- La pintura de la nada contra la pintura absoluta. ¿Dónde nos sitúa la obra del cubano BORDELOIS? Si el dibujo es la idea, el principio de realidad, el control, lo consciente e inteligente; el color alude a cierto descontrol medido y graduado, lo inconsciente, lo irracional, las pasiones. Bases teóricas que no se cumplen pero que no son óbice para establecer prontuarios, como en este caso.
- Gauguin señalaba que el color era el lenguaje del ojo que escucha, de su virtud sugestiva, que sirve para desarrollar la imaginación, para decorar los sueños, abriendo una puerta nueva hacia el infinito y el misterio.
- Por lo tanto, las señas están claras y dadas hasta donde queramos, las alusiones hechas y los encuentros son la pura fantasía de espacios edénicos, hechizerías, conciliaciones reparadoras, hechos encantados, contrastes no por artificiosos menos plásticos y fascinadores.
- Es por eso que entonces busco la hoja del vencedor, el paramí, el amansaguapos, las llanas, el jala-jala, el bleo blanco, el ayo, el cundeamor, la verdolaga, el rompezaragüey y el almácigo. Y, por último, me siento a posar la mirada en las celadas que nos tiende este artista, que entre treta y treta (¿no hay ciertas raíces rurales americanas en ocasiones?), bosqueja morfemas en los que ensayar historia, tiempo y veleidades del yo, tan cálidas como filibusteras.
- Me visita en mi esquina del muro "El Ome Marín". Cree que como estoy siempre en El Malecón, soy el que alquila las cuevas de debajo. Le digo que no, pero le aclaro que con esas greñas, algas y escamas, ya puede buscarse otro sitio para guarecerse. Hay que prevenir, no sea que al final le dejen quedarse, con los que ya somos.