REINERIO TAMAYO FONSECA (1968) / NO ME PERTURBEN QUE NO ME SALEN LOS VIENTOS
- ¿Cabrían unos espacios cósmicos de tanta danza, locura, ucronías, convulsiones, humor y jolgorios? Ahí los tenemos, con sólo contemplar la obra del cubano TAMAYO.
- Que someta al surrealismo, a lo metafísico, al clasicismo, al barroco, al expresionismo, etc., a una interpretación trepidante, es lo de menos. Lo de más es su carga de profundidad pictórica y retórica.
- No ahorra estiletes ni mengua las dimensiones, hacen falta desahogos, vestir imaginarios, reunir el discurso de los iconos, sembrar las miradas de picaresca narrativa y exaltación múltiple.
- Que no haya otros vislumbres de los que quieren ver o están más allá, es infamia socarrona de ciudadanos ilustres, porque están todos cantando, reconciliados con la vida y ya con el peaje pagado a la muerte. Amén sea dicho y hecho.
- Y ahora que la fiesta continúa, observemos que estas correspondencias plásticas actúan, no incinerando, sino haciendo posible el que la quimera representada no siga defraudando.
- Voy del Navia al Eo para encontrarme con el "Patricu". Me dijeron que era fácil de ver porque era muy grande, tenía un solo ojo y andaría hundiendo algún barco. Mi propósito era llevarlo al Malecón, dado que siendo antropófago, serviría para devorar tanto naúfrago desesperado por tener un lecho y además caliente.
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