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18 de noviembre de 2009

GUILLERMO PEDROSA (1958) / TOPOGRAFÍA IMANTADA

  • Ante ciertas obras ya no me concibo como cuerpo y carne sino como la extensión de una topografía con propiedades magnéticas. ¿Es una presunción inverosímil? Quizás, pero no tanto si nos tanteamos o palpamos con la convicción de lo táctil.
    • Eso es lo que me pasa con el trabajo del artista español Guillermo Pedrosa, que al chocar de frente con él me transfiero a esas declinaciones o derivas bañadas por unas capas que despiden efluvios plásticos con los que poder dialogar aunque no lleguemos a conocer su profundo misterio.

      • El pintor manipula, ensaya, maneja, emplea, utiliza, resuelve, prueba, determina, hasta que las formas van saliendo a la luz pero tal como ellas quieren, esgrimiendo sensibilidad, poesía y orgullo en su diferenciación, porque la naturaleza y el mensaje de cada una son distintos.


        • Y la luz tamiza ese cromatismo para que cada textura tenga su sinfonía propia y pueda embellecerla con un espíritu inconfundible que haga vivir a la materia como una actriz representando su papel.

      • Si no nos olvidamos de su aureola todavía tendremos la esperanza de ser parte de ella según el tiempo la vaya recubriendo de olvido y abandono hasta un resurgimiento definitivo.

      • El Malecón ha apagado las luces y la oscuridad es completa. Mi amigo Humberto me dice que así ve mejor porque ya no tiene que mirar lo imposible. Sí, le contesto, es como hacernos un autorretrato estando muertos y enterrados.






17 de noviembre de 2009

MANUEL LÓPEZ HERRERA (1946) LA UBICACIÓN DE LO QUIETO

  • Simetría y orden en el espacio pictórico. Cada imagen en su lugar hasta lograr la unificación visual y toda la figuración sometida al trazo o prototipo que lleva en su interior el pintor.
    • El artista español López Herrera busca rostros, objetos, escenas, personajes, reproducciones, entornos que semejan la configuración que él les exige, en una voluntad firme de imponer su propio estilo a la visión de la realidad. Entre la cosificación, la metafísica de lo que adquiere la condición plástica y el humor, establece un ámbito polisémico que nos asombra por un lado y nos intriga por otro.

      • La visualidad estática nos obliga a mirar fijamente su obra para así disfrutar y reflexionar mejor de tanta mesura, de lo apacible de unas preocupaciones formales que rozan lo elegante, de una poética, en definitiva, con cuya presencia se provocan recitados sin dar pistas.

      • Ya en El Malecón le menciono a mi amigo Humberto lo que dice el Zohar, el gran libro de la mística judía: ¿Qué es la luz? La que es revelada desde las profundidades de las tinieblas. ¿Y los iluminados? Aquellos que son capaces de contemplar las cosas que la gente no puede expresar con palabras. Con eso te basta para seguir rehaciendo tu obra.



16 de noviembre de 2009

WIFREDO LAM (1902-1982) / UNA COSMOGONÍA PROPIA


Si fuese el dueño y señor de un universo propio no dudaría en acudir la gran artista cubano Wifredo Lam para que le insuflase la cosmogonía visual que tuviese en él el símbolo de una obra que ha nacido para recuperar y rescatar la estética de unos rasgos y caracteres ancestrales cuya plasticidad, sagrada e inmanente, había quedado olvidada.


Y lo más asombroso es que esa restitución del origen se lleva a efecto por el artista desde premisas pictóricas contemporáneas, que le permiten afilar y desnudar más y mejor lo oculto de lo mágico y lo ritual hasta convertirlo en un mundo encallado en unos genes recónditos que son su herencia y descendencia.


No oculto mi preferencia impenitente por Lam, que me ha calado tan hondo y vehemente porque refulge en su trabajo unas convicciones tan penetrantes, incisivas y confiscadoras como para que en la percepción ontológica del espectador se produzca una identificación óptica y cerebral con sus propiedades.


Esta obra, en concreto, es, en mi particular obsesión y malformación, una maternidad divina mortuoria rodeada de sus hijos en un cielo que es el manto del dios macho que extiende sus grandes cuernos y su túnica, en una imagen en la que no cabe ya más densidad, prodigio, sugestión e incitación, cuyo encantamiento sobrepasa los umbrales de nuestro imaginario.


Mi amigo Humberto ha vuelto a quejarse de que El Malecón ha hecho huir a la ninfa que construía sus quimeras y les daba brillo al amanecer. Ahora ha perdido el rastro de como elevar al cielo el color que habla de los rayos que nunca vieron la luz. Desciende al abismo de este mar asesino y allí los hallarás, le digo. Y acabamos el ron con el que dibujamos la sombra estigia del retorno.

15 de noviembre de 2009

HUMBERTO VIÑAS

Mi amigo Humberto no tenía quien le escribiera las misivas que quería dirigirme. Entonces ideó una forma ilusoria que supiese hacerlo por él y le salió una Ariadna robusta, tan grande como un continente laberíntico donde el sol y la luna juegan a encontrarse .
Pero después su lenguaje emborronado es una confrontación de rasgos airados que tengo que descifrar porque la angustia de una realidad que le atosiga no es fácil de transmitir cuando la situación acumula pérdidas y siempre se le escapa. En esa isla hay muchas otras dentro y es difícil hacerlas salir hacia afuera, se quedan frecuentemente en la frontera dibujando manchas, trazos, signos que hagan de señales o de huellas que seguir hasta sus últimas verdades.

Yo trato de entenderle en estas obras que tienen un recorrido que oscila entre lo representativo y lo visual cromático, entre lo que vislumbra en su condición de habitante de la penumbra y la sombra que rechaza la imagen. Siempre es problemático dilucidar los planos del significante y del significado. Carl Einstein afirmó que es justamente la significación concreta de cada obra de arte, su costado arbitrario y alucinatorio, lo que nos salva del mecanismo de la realidad convencional y de la estafa de una continuidad monótona. En este caso, sería de una cotidianidad penosa y agotada.


14 de noviembre de 2009

ROBERTO GRECO (1936)

  • Reconozco que soy muy tenaz y obsesivo con mis propias entelequias plásticas y además me convenció esta frase, creo que de James Joyce, de que el hombre, como su Dios, podía crear algo de la nada o de los materiales más inverosímiles.
    • Lo cual me da pie a hablar de esta obra del artista Greco, de origen italiano, que incide en ese materialismo de intensos y resplandecientes efectos visuales que nunca dejan de asombrarnos por ser fruto de una destilación química secreta (de ímproba secreción). Polifonía esta de arpillera o cáñamo, con papeles de periódico o partituras, empastes, pigmentos, números, letras, confluyendo en la configuración de unos organismos que profesan el rito de la visibilidad, de unas formas lumínicas que de esta manera adquieren existencia como fusiones empíricas de una realidad que se ha transmutado.

  • Aunque son muchos los pintores que han transitado y transitan por estos fenómenos, la verdad es que los han fertilizado y hecho crecer, y cada uno de ellos ha aportado a través de los mismos una visión y pensamiento sobre la inmensidad plástica que en todo momento puede seguir siendo descubierta y revelada.


    No han abdicado de ella, por lo tanto, porque el territorio es profundo e inagotable y además guarda todavía insondables enigmas que incitan a su hallazgo. Se decía que el músico, que estudiaba la concordia universal, era un cosmólogo. Yo creo que Greco también lo es.


    • Mi amigo Humberto me dice que está asediado y obstruido, que no puede continuar, que le falta numen y carnalidad y le sobran ojos y bocas que acechan. Yo le propongo este poema de Apollinaire:

    Queremos daros vastos y extraños dominios
    Donde el misterio en flor se ofrece a quien quiera cogerlo
    Hay allí fuegos nuevos colores nunca vistos
    Fantasmas imponderables
    a los que es preciso dotar de realidad.





13 de noviembre de 2009

PABLO RODRÍGUEZ GUY (1950)

  • Este artista español podría no tener otra fuente de inspiración más que la materia y su textura sin someterlas a ningún proceso de depuración idealizadora. Pero lo cierto es que ha actuado como un clasicista al propugnar que el acercamiento y tratamiento debe partir de una idea pura de la belleza, a partir de la cual no sólo se pueden corregir las imperfecciones de la sustancia material sino que se le puede extraer su auténtica y vital alma, que según los diferentes repertorios interpreta los diversos escenarios de su nacimiento, crecimiento, definición y madurez.
    • Cada rugosidad, cada pátina cromática, cada pigmento, cada aspereza, cada grumo o entelado, son jalones de historias de esos periodos, para lo cual esgrime un inventario pictórico (de ubres venecianas y flamencas, y hasta de manantiales españoles e italianos) que son las señas ortográficas por las que discurren esos relatos, de esplendor tormentoso, dramático, fulgurante, sensual, tanto sobrio como vibrante.

      • No cabe duda de que sus recursos, su energía y sensibilidad le ofrecen la seguridad de plasmar el acervo y el misterio, la luz y su expresión más allá de lo que aparentemente se ve, y que incluso puede adquirir una dimensión metafísica, de la cual la mirada queda infectada.

    • Cuando El Malecón observa que amenazan con invadirle nuevos visionarios, nos obliga a echarles. No quiere competencia, Él es el único, y además ¿qué podrían prometer que Él no haya prometido ya? Mi amigo Humberto y yo seguimos a lo nuestro, el hacer marcas en un lienzo que sirvan para acusar y condenar al olvido.





12 de noviembre de 2009

MARÍA JOSÉ MIRANDA (1966)

  • En la obra de esta pintora argentina se percibe una meditación previa acerca de la función de la coloración en un espacio dado y posteriormente, en un proceso sin solución de continuidad, una transformación de esa reflexión en soluciones que se estructuran verticalmente en un tapiz de áreas de color recortadas. De esta forma, los habitantes que han aflorado no pierden la orientación y la inserción en unos planos sensibles que van a compartir la dirección escénica en la realidad que les corresponde.
    • Nuestros ojos no ven una pintura aséptica y transparente, contemplan, por el contrario, un universo túrbido, delirante, insomne, en el que la materialidad de un hábitat tan desolado se confunde en nuestra mirada con la desdicha de la otra que se vive tan desnuda y cruda como ésta.

      • Cierto, entonces, que parece un mundo perdido, ingrávido, fruto del sueño, en una frontera insoluble y atormentada, pero no es menos cierto que se condensa en nuestra visión como si tuviese raíces en las casas y calles que habitamos.

    • Está aflorando una ribera de ensueño desde el cielo, me dice mi amigo Humberto. Hay que aplicarle unas tonalidades suaves expresadas con una voluntad de plenitud y fuerza. Eso es extrañamiento frente a lo real, la huida hacia un mundo reencantado, le digo. Fíjate en este muro que no sedimenta más que ausencias, añado. Anuncia primaveras de muerte.



UMBRALES INCIERTOS