Cada obra nos escupe a la cara su propia interrogación, y lo hace en una sucesión interminable de incógnitas que dejan unos indicios que podemos seguir u omitir conforme a las exigencias de nuestro propio desconcierto.Amédée Ozenfant, artista francés creador del "purismo" junto con Le Corbusier, buscó a partir del cubismo una ontología plástica que trascendiese la forma hasta recuperarla en toda su pureza.
Si Sartre afirmaba que "si todo trascender ha de poder trascenderse, en efecto, es menester que el ser que opera el trascender sea a priori el trascendido en tanto que es la fuente misma de los trascenderes", en el caso de este artista esta ambición se postulaba como una catarsis.
Su obra acomete firmamentos incógnitos en sus bodegones, los desnuda de lo accidental, desea que su verosimilitud descanse en las referencias tonales que marcan ideas de objetos y geometrías que están para servirlas y representarlas.
Y como todo movimiento artístico que se precie, su vertiente teórica incurre en lo doctrinario y como tal en exclusiones, en restricciones, en formulaciones que quieren ser singularmente únicas y ya definitivas y definitorias.
Pero encuentro que en su trabajo el esqueleto, el armazón ya estaba hecho, y la teorización de lo que plasmó a partir de él dejó hallazgos afortunados pero no ilimitados ni especialmente únicos. Hoy es día de silencios en el Malecón. El Alafín de Oyó guarda el awo que contiene el asé. El Ayan golpea el atele para espantar a Braima y Gbonka. Humberto y yo oficiamos de eleriipines (abogados del destino).