Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe.
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29 de junio de 2009
ENRICO PRAMPOLINI
Enrico Prampolini (1894-1956), artista italiano, se hizo a través de las aventuras plásticas de su tiempo -futurismo, cubismo, abstracción, realismo- y en todas ellas dejó prueba de su instinto de pintor irrepetible.
Esta dos obras son una muestra de un talento que entiende el espacio como un acontecimiento en el que hay retazos de formas que se rehacen y mueven en giros envolventes, en tonalidades cromáticas que se construyen como campos que cohabitan y se desplazan para hallar su destino en la superficie.
Pintura vibrante que circunda la mirada del espectador, confiando en que él participe en ese fenómeno de desove que se exterioriza delante suyo. Y ese desovar no es uno sino infinito en sus realidades, abarca limbos ignotos, paraísos impredecibles y firmamentos convictos.
Hay una geometría que se desdobla y planicies que dejan de serlo para abrirse en deltas de luz y sombra, en estuarios claros de fuerzas oscuras . Aparece, en definitiva, una visión que no se recata de ser ella misma en múltiples goces autoengendrados.
Las tinieblas alumbran nuestro itinerario hasta llegar a nuestra esquina del Malecón. Y de nuevo tenemos que dedicarnos a saludar y ser hospitalarios con huéspedes no invitados. Y así pasamos la noche departiendo amigablemente con los cangrejos moros, los ermitaños, los fantasmas, las cochinillas de mar, los cangrejos violinistas, los gallos, los cargadores, los nadadores, los topos y grillos de mar, los cangrejos araña, los moros colorados y los tortuga. Eran tal cantidad que cuando nos dimos cuenta nos dejaron sin brebaje y sin trancazo. Nos dejaron al alba no sin anunciarnos que llegarían tiempos en que el destino tendría forma de caparazón. No es imposible, pensamos, ya la piel empieza a cuartearse.
26 de junio de 2009
EMILIO VEDOVA
- Silenciando nuestra angustia no hay protesta ni acusación. Si tenemos que hacer explícitos nuestros deberes, entonces el gesto que transgrede, escupe y vomita en la tela es la ocasión señalada.
- Emilio Vedova, artista veneciano, comunica con ademán desmesurado, libre, encendido y colérico un compromiso moral y político con la sociedad, a la que ofrece una obra en la que se pueda ver la urgencia y el ansia de esa pasión.
Los lienzos rezuman trazos que son como cortes sangrientos en recintos oscuros que no dan luz porque niegan la libertad del que quiera penetrarlos. Esa lucha preside los rasgos de una pintura bronca, cuya rabia se expresa en valores cromáticos que son como agentes en perpetuo conflicto a lo largo de su existencia, en el transcurso de una historia que sigue sin final porque es incapaz de arreglarlo.
- Los tiempos difíciles (¿cuándo no lo son?) provocan a la voluntad del que crea para que su rememoración conjugue la violencia en la que se vive con la energía que alienta a la hora de su formulación plástica. Tal es el caso de Vedova, que nunca olvidó que su compromiso (a sangre y fuego) no era de conveniencia sino de convicción, y que el arte es la materialización de una condición humana que habrá de ser redimida.
- Cuando Humberto y yo llegamos al atardecer a nuestra esquina del Malecón estaba llena de guardias civiles, pollos sin plumas , corúas, marbellas, rabihorcados, sevillas y flamencos. Después arribaron bijiritas y tomeguines acompañados de langostas espinosas, cobos y tortugas verdes. Como no cabíamos todos, tuvimos que explicarles que habrían de irse. Estuvieron negándose hasta que les dimos vino de uva de caleta, aguardiente y ron. Cuando se fueron, nos pesó la sed y la angustia de seguir vivos sin nada con que tentar al tiempo.
25 de junio de 2009
CONSTANT PERMEKE
- Hoy nos visita en el Malecón Olofi, el supremo, causa y razón de ser de todas las cosas, al que le siguen Ochosi, Changó, Yemayá, Obatalá, Ochún y Babalú Ayé. Humberto y yo les cantamos:
24 de junio de 2009
GEORGE SEGAL
23 de junio de 2009
ALBERTO SAVINIO
22 de junio de 2009
NOÉ SERRANO
Estos híbridos no dejan de ser una alegoría, un simbolismo, pero también una simple provocación sobre una condición humana que cuando se mira en el espejo nunca ve su propio horror y el que le rodea, y de ahí viene ese retrato que rebaja la belleza del cuerpo supuestamente perfecto como depósito de la conciencia segura de su supuesta dignidad, racionalidad, moralidad y estética.
Lo que ocurre es que el choque que nos deparan estas obras está falsificado, no sé si a sabiendas o no (¿hablamos de venganzas?), por buscar más lo escenográfico que una aprehensión profunda, más el quedarse en un mero acto de impresionar y escandalizar a pesar de una factura impecable y una dimensión teatral atrayente, sin olvidar la pátina irónica con la que juega con el espectador, que duda entre apreciar su revelación o rechazar rotundamente una propuesta que no encaja en sus parámetros estéticos y visuales.
Hoy, en su taller, Humberto y yo ideamos como encajar un cuerpo dentro de otro y como el espacio ha de perder su geometría. La penumbra que nos aprisiona agudiza los sentidos de la profundidad y por eso escarbamos hasta hallar restos omitidos, lenguajes no pronunciados, mitos helados. Removimos hasta encontrar la venganza mas no nos satisfizo, pues de esa ofensa no rescataríamos el ethos de un hacer pictórico hogaño desaparecido. Que moldee el ron la pasta, nos dijimos, y rasgue con ella las entrañas de la vida. Así sea.
18 de junio de 2009
GEORGES MATHIEU
Esa explosión dramática, fruto de una acción física no significada pero sí apasionada, se convierte en un reflejo del ego del artista, que se fustiga en ese intento pugnaz por verse objetualizado, tal si fuese un signo palpable de una idiosincrasia del dolor o de la rabia.
Georges Mathieu, informalista francés, ha sido el faro de innumerables seguidores, que consideran su poesía plástica la desembocadura o el final de una forma de hacer que no ha de obedecer más que al yo del color como materia con vida propia que al materializarse vertiginosamente llora, muerde o besa. Tal vértigo es impensable previamente, adquiere su conciencia sólo en el objeto resultante, en que se hace carne y sangre.
Al anochecer el Malecón obsequia unos vasos de frucanga con ritmo de tumbas que nos hacen bailar hasta desbocarnos. Humberto y yo estamos atentos a que el amanecer no nos cogiese allí porque entonces, tirados y soñolientos, nos llevarían a excavar catacumbas donde acumular hambres insepultas.