- Nos sentamos y hablamos. El manchego MORILLO me señala cómo los símbolos de la fuerza cósmica excitaron su imaginación y capacidad para hacer otra arquitectura interna de ellos. Los quería próximos, muy cercanos, sin alardes de potencia y terror, como si fuesen lo contrario de un enemigo quimérico.
- Y tenían que tener la perennidad y la cultura del hierro, habrían de nacer como emblemas del instante plástico remoto y no como fruto de una edad de tinieblas. Por el contrario, estos seres fabulosos serían jalones de luz en la montaña y constituirían un eco de salvación y victoria.
- Comoquiera que estos tritones y alados han sido concebidos como producto de una energía escultórica que aprovecha las aptitudes de la materia para configurarse como imagen y/o icono, el artista las desnuda hasta personificar en ellas acción, destino y deseos, creencias e historia, sucesos y eras.
- Al final, al mirarlos, se convierten en animales que están satisfechos de haberse dado a conocer, de ser el nudo de evocaciones y motivo de compañía, augurando paz y conocimiento de cómo la creación es fuente de sí misma.
- Al "Gavilueto" lo trajo su madre, una sirena, a la isla, después de ser abandonada en la costa asturiana por el hombre que le engendró, un invasor vikingo. Charlamos, en El Malecón, de una guerra con sólo derrotas, las de todos.