11 de diciembre de 2020

STEPHEN DILLON / NO ME MIRÉIS

  • La presunta naturaleza del hombre, que tiende a reconocerse en estas cabezas, ha sido recompuesta y rota cien veces a los largo de la historia. Aunque bien podrían haber sido muchas más. Y seguramente seguirán partiéndose y rehaciéndose. 
  • Pero para DILLON, en estas esculturas de cerámica, es que la testuz revierta a su condición primitiva, aborigen, a su pureza tosca y ruda, con un cromatismo simbólico de lucha por la tierra y la supervivencia.  
  • Su visualidad no responde a la iconografía de seres sensibles, sino a los de una existencia que se protegía erigiéndose ellos mismos como ídolos de muerte, que se veneraban colectivamente y no cejaban en su combate panteísta.  

 Todo lo que está herido hiede

Todo lo incompleto hiede

El hedor es terror


(Rodolfo Hinostroza)

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