- Un mundo apocalíptico que se engulle a sí mismo. Es la cosmovisión lúcida del chino AILI, que desde una sabiduría pictórica muy diestra, nos ofrece el fin de unos territorios que apenas estaban ya habitados.
- Símbolos de huida y destrucción expertamente enfocados y portadores de la nulidad de unos valores por los que creíamos regirnos sensatamente y que acaban convertidos en escombros de luz mortecina, en un paisaje que sulfura veneno y parodias de sí mismo.
- Obras que paradójicamente iluminan y claman, significan y conmueven, vertebran un hilo argumental visionario y derrotista, y poseen una concepción tan elocuente que es imposible apartarse de ellas sin seguir pensando en el advenimiento de un terror que nos llama.
También los jueves la gente se suicida, pero no es la
misma del lunes o sábado,
los suicidas del jueves son suicidas serenos, irrevocables,
que se hunden en las aguas del jueves para siempre.
(Antonio Deltoro)
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