- ¿Quién me impide ser irreverente e impío? ¿Quién me impide ofrecer la tabarra como una visión neurasténica? ¿Quién me impide mixturar y traer lo que vuelve después de vomitar? ¿Quién me impide ser un dios que pinta y no rezar?
- Es evidente que la obra del serbio OZBOLT hay que tomarla como un dechado de confluencias, de realidades imaginarias y provocadoras, parodiando una plástica que lleva con la cogorza toda su historia.
- Sus retratos ya amanecen borrachos y sin piel, hablando a solas y con mucho silencio frío, opaco y desnudo. Han hablado con la muerte y están satisfechos con la tumba, solamente les falta la hora del recreo.
Sobre la ciudad del cemento se alza el día,
abajo queda el asombro del tiempo.
(Homero Aridjis)
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