NATHALIE DJURBERG (1978) / SUFRO LA AGONÍA DEL DITIRAMBO
- Esto es lo que se entiende hoy por puro arte contemporáneo: profusión de efectos, visiones, puestas en escena, clímax, vídeos, servido todo ello con un gran parafernalia colorista y esperpéntica. Conceptos, imágenes alegóricas y conceptuales, hecatombes, crímenes y la bruja dando lecciones de hechicería.
- Podemos preguntarnos cuales son los criterios para encarar estas obras, cómo definirlas, cómo trasladarlas a los espectadores cuando el objeto es compatible con el proceso de pensamiento, cuando hay una cierta emoción y una plasticidad que se sale de sus casillas. Truman, ya saben quien, dijo, viendo algo parecido, que si esto era arte, él era un hotentote. Pues bien, no es necesaria tal brusquedad, pero ahí queda.
Porque lo evidente que se propone la sueca DURBERG causa inquietud, irrisión, malestar, rechazo, admisión sin límites y sospecha. Sin embargo, no evita la indagación, la remisión inevitable a un más allá, llámese contexto social, cultural, político, etc,. Así, se supone que es más fácil pasar del impacto de la provocación a las sensaciones de la reflexión.
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