También puede hacer que la pasta sea lo que desentrañe el furor oculto causado por el dolor solitario que hay en no sentir la claridad y la vida.
O puede añadirse que la impotencia, la frustración o el fracaso hagan su trabajo, extendiendo hacia un lado y hacia otro retazos o retales de un engrudo mezclado y volcado con sus mismos odios.
Y no puede descartarse que de tantas capas como barrotes carcelarios brote lo efímero, lo amorfo y circunstancial como la radiografía inapelable de uno mismo.
Pero caben otras lucubraciones de una biografía que transcurre encerrada en un camarote celda de diez metros cuadrados, como es que la única forma de alumbrarse sea el trazo fingido, malsano, engañoso, que presume de erigirse en dueño de un esclavo.
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