13 de febrero de 2008

NADA


Desde la sombra del pequeño taller de mi amigo Humberto en Miramar espiábamos con cien ojos negros la penumbra. Pero ya era inútil, la luz se había vuelto a despertar y engalanaba a las mestizas de ébano con el color de la vida hecha danza.


Bajamos hasta el malecón y allí, entre sorbo y sorbo de ron blanco, desnúdabamos los demonios a caballo que se esconden en toda liturgia plástica. Y pensábamos que ya sólo quedaban osamentas, las que se van depositando en un suelo vivo que quiere salir del agobio, pintar otros moradores, trazar infinitas casas y colorear renovados barcos, y gozar en libertad del amor salvado.


Pero agotado el día, el malecón volvió a apagarse y nosotros desandamos el camino cabizbajos y en silencio, ya ebrios de debatir como pintar la nada.

¿Qué te hace sufrir, solitario,
pálido, desolado vagabundo?
Junto al lago se marchita el junco,
y el pájaro no canta.

Keats.

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PAUL CADDEN (1964) / NO SIN EPITAFIOS