No puedo dejar de transcribir un texto del poeta Heine muy a tono con nuestras perversiones más íntimas, con nuestros delirios más recónditos, sin perder por ello un ápice de cierto humor sardónico, el necesario, simplemente, para seguir en el margen de resistencia del que hacemos gala cada día, aunque cada vez menos:
"Mi naturaleza es de las más apacibles. Mis deseos son: una casita humilde con su tejado de paja, una buena cama, buena comida, la leche y la mantequilla más frescas y unos cuantos árboles de buen porte frente a mi puerta; y si Dios quiere que mi felicidad sea completa, me concederá la dicha de ver a seis o siete de mis enemigos colgados de esos árboles. Antes de su muerte, con el corazón conmovido, les perdonaré todo el mal que me hicieron en vida. Es verdad que hay que perdonar a los enemigos; pero no antes de ahorcarles".
"Mi naturaleza es de las más apacibles. Mis deseos son: una casita humilde con su tejado de paja, una buena cama, buena comida, la leche y la mantequilla más frescas y unos cuantos árboles de buen porte frente a mi puerta; y si Dios quiere que mi felicidad sea completa, me concederá la dicha de ver a seis o siete de mis enemigos colgados de esos árboles. Antes de su muerte, con el corazón conmovido, les perdonaré todo el mal que me hicieron en vida. Es verdad que hay que perdonar a los enemigos; pero no antes de ahorcarles".
No hay comentarios:
Publicar un comentario