- Seguro que el cubano NOEL estuvo marcando sus sueños con unos paisajes tropicales y caribeños que fuesen la aspiración real y plástica de unas incertidumbres que enaltecían su forma de hacer, la que había ensayado mucho tiempo hasta encontrarla.
- Él quiere y hasta cree conseguir lo contrario que Schopenhauer: que cualquier obra que conciba sea una verdad en sí misma que no se le escape, pues es esencia y materialidad depurada de su experiencia pictórica y creativa. Pero también son tempestades metafóricas, augurios cromáticos que nos lanza para desconcertarnos y atraernos a su silencios.
- Así es como llega a una abstracción que implica, dentro de esos horizontes, llanto, lágrimas y texturas, pigmentos que destapan pieles, cielos, vegetaciones y hasta rostros. En el fondo es un expresionismo de una conciencia de un color topográfico en la diáspora, motivo por el cual se hace introspectivo y más bello.
Adiós
no quiero nada.
Adiós adiós. No puedo
repetir más los gestos
las palabras.
Adiós.
(Idea Vilariño)
- Mi paisano asturiano GUILLERMO SIMÓN -uno de los grandes artistas de este país- da un nuevo paso en su concepción plástica y esgrime todo su saber invocando una revelación que él hace posible merced a su inmersión en el prodigio. Osado es por mi parte recurrir a unas palabras de Valéry para fundamentar su nueva obra: "el arte tiene la sensibilidad por origen y por término, pero entre esos extremos, están el intelecto y todos recursos del pensamiento y de las técnicas".
- Exactamente es así. Sus caleidoscopios son el resultado de que un fenómeno portentoso es la magia de su poder, lo hace expresarse y convertir su imaginario en una fuente de lluvia polícroma, en la que lo importante no es tanto el significado como las sensaciones experimentadas, la visión de que lo óptico, en gran medida, está por salir de lo oculto.
- Quizá pueda verse como una suave piel en movimiento o como una sangre marina palpitante. O como los gritos vegetales de un cosmos que está profundamente enraizado. Múltiples sones para un canto melodioso de exaltados deseos, de pasión y ardor en la penumbra o en el umbral del alba. Un versátil y proteico universo que se aprecia en la constancia de la mirada.
- Estas cuatro obras del cotizadísimo alemán RICHTER se han tasado en alrededor de noventa millones de dólares. No hay, por supuesto, que regatearles su factura, ni mucho menos, pero te suena a algo ya visto, aunque su ejecución muestre esa abstracción que no deja de cautivarnos por sus resplandores y sintonías.
- Pero en estos momentos y antes podemos situarnos, sin más, en nuestra geografía para encontrar artífices capaces de crear y generar epifanías como éstas, que declaran su visualidad portentosa con el infortunio de no estar en ese círculo que endiosa todo incluida la nada más imbécil.
De nuevo está la muerte
rondando y como antes
escrupulosamente
me roe todo apoyo
me quiere fiel y libre
me aparta de los otros
me marca
me precisa
para mejor borrarme.
(Idea Vilariño)
- Creo que era Valéry el que escribió que la obra de arte nos ofrece en cada una de sus partes el alimento y el excitante a la vez, despertando continuamente en nosotros una sed y una fuente. En la obra de la suiza FRIES se percibe esa sensibilidad tan aguda y apasionante. El color es tanto una pasta solidificada como un líquido que fluye o impacta en la superficie.
- Pero además va más allá de los estadios de abstracción conocidos, pues les inculca a sus imaginarios cromáticos unas señas de identidad propias y agitadas, violentas o plácidas, calladas o vociferantes, alocadas o veleidosas. Sin embargo, no podemos confundirnos en nuestra mirada seducida, ya que se trata de una confabulación que hace más potente la significación y la magia del artificio.
Aquí estoy entregada en
la oscura noche
sin nadie más
sin nadie
ni esperanza de vida
en la vacía negra sola
cerrada noche
sin nadie
sin un voto ni una razón ni un pero.
(Idea Vilariño)
- Valéry escribía que vivimos continuamente produciendo ficciones, que son nuestros proyectos, nuestras esperanzas, nuestros recuerdos, nuestras pesadumbres, et., y nosotros únicamente somos una perpetua invención. Claro que el americano RYDEN se decanta más bien por unos genes, etiquetados como surrealismo pop, pulcros, cargados de floripondios y perifollos.
- Sus obras tienen una factura acaramelada, dulzona, de cromatismos jugosos, de dibujo inverosímil, de cuentos a la luz de la luna, de intercambios fantásticos, de presencias increíbles y manipulables como muñecas y muñecos de jardín de infancia. Un horror azucarado que nos abre y brinda su paraíso.
Si hubiera, si pudiera,
si aún pudiera llorar,
lloraría al tiempo, al dios
y a tantos otros muertos.
(Idea Vilariño)
- En realidad, parafraseando muy libremente a Valéry, no hay pedazo de tierra que no sea un fragmento, cuidadosamente preparado, de alguna autobiografía. La del mexicano GRANDA está perfectamente elaborada y proyectada.
- En su obra hay una redefinición dialogada del encuentro con la materia, con la misma que crece a nuestros pies y delega en nosotros su vivencia y sus experiencias de crecimiento, vida y muerte. En todos esos elementos que el autor determina, la fusión es el ritual de una fusión cósmica latente, buscadora de un espíritu de luz y sombra que le dé el caudal mágico visivo.
Entonces entre el ansia terrible de las cosas
y el aire que lo envuelve entre sus frías losas,
arqueado como una tibia luna menguante,
triste luna acabada, el cuerpo ya sin sangre
no comprende las rosas.
Idea Vilariño)
- El mexicano MACIEL, cuando veía resplandores, se enfrascaba en la práctica de su astrología plástica, y también como una materialización de vestigios de un territorio que se convertía en una realidad mágica, de ahí su encasillamiento en el llamado realismo mágico.
- Pero además había otras realidades en sus obras que pugnaban por evocar y liberar los espectros de un vivir guardados para ser erigidos en sortilegios creativos y en referencias de una raza y de una historia que no deja de parir talismanes en su defensa.
- Así es como, finalmente, en ese entramado cromático descansa la arbitrariedad de la intimidad del artista, el cual espera que se haga tanto una necesidad como un don que sea un elemento singular y esencial para la cultura mexicana, que es más que una voluntad persistente del tiempo.