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4 de junio de 2009

MANUEL MILLARES

De Millares se ha dicho todo y aún puede quedar algo, ese algo que al depositarlo remite a otro y éste a uno más y así sucesivamente.

Él, a través de su obra, se piensa a sí mismo y su condición en su medio artístico, social, cultural e histórico, y a partir de ahí establece un constante diálogo y una permanente reflexión sobre una realidad con la que debe romper, ya que es el tiempo de conducir un cambio, de rehacer sobre lo andado.

Este artista canario llega así a una poética de la desolación y la soledad por esa línea que desde atrás, muy atrás, lleva hacia adelante, plasmando sus propias y últimas consecuencias y necesidades en el marco de una superficie agotada por la explotación y la penuria.

Ya no hay nada virgen, la violación se consuma hasta provocar sangre y la arpillera es el ataúd enterrado en la tierra negra. Y tampoco existe resurrección, el ciclo no la incluye pues eso sería una huida y tal opción ha quedado enterrada desde el principio.

Pero su obra sigue estando con nosotros, y mientras continúe será una prueba imperecedera de que hay muros que se pueden derribar.



El Malecón ha nombrado un encargado para poner orden en el espacio que domina. Es un tipo satisfecho de sí mismo, arrogante, doctrinario, prepotente, y además innecesario. Viste un traje de lino, camisa blanca y corbata. Hace todo tipo de tareas aunque sean minúsculas: control de la gente, recopilación de información, imposición de normas de coexistencia, etc. Grita y amenaza, consulta el reglamento constantemente y rellena formularios. Los habitantes ya ni hablamos ni protestamos, sólo escuchamos y bebemos. Que los vientos de la historia se hagan cargo de él y que sea pronto.




3 de junio de 2009

ÁLVAREZ VÉLEZ

Andando por un bosque siento las miradas permanentes de unos polifemos vigilantes. Después me encuentro con una hélice gigantesca enroscada en sí misma que quiere tragarme. Y al final una nube digital me pide que vuele con ella.

Mi amigo, el artista alavés Álvarez Vélez, de cuya pintura ya he tenido oportunidad de hablar, trabaja calladamente en una esquina abierta al cielo, viendo pasar los engranajes que luego atrapará para que se queden con nosotros. Tal es el prodigio de conseguir concebir la réplica de una sustancia aérea que está viva, que germina y se hace presente cuando ocupa lo que volátilmente le pertenece.

El aire se convierte en un taumaturgo aliado con el escultor con el fin de que haga posible su sueño de ver lo que alberga dentro de sí, sus formas, sus materias y sus espíritus. Siempre ha querido contemplarse porque así obtenía un conocimiento mayor de sí mismo y de aquello que podía ofrecer.

Nosotros, observadores de esa revelación, participamos con la sensación de intuir una sabiduría que nos brinda los momentos alados de la captación y la percepción según se plasma y se hace realidad.

En definitiva, Álvarez Vélez sólo tiene que continuar con ese presentimiento que amasa, configura, procrea y transita y estar con sus sentidos siempre alerta y dispuestos a desentrañar aquello que surge del manantial del aire.

Humberto y yo nos salvamos de la ejecución a última hora. Creían que habíamos participado, junto con otros habitantes del dique, en la Conspiración de la Escalera contra el Malecón. Todo falso. No obstante, la represión fue brutal: 78 condenados a muerte, más de 600 encarcelados y otros 400 expulsados del país. La deidad no tuvo más remedio que instalar un hospital al que se bautizó con el nombre de "hospital maleconero para los presos enfermos en la conspiración de color". Siempre nos libramos por los pelos. Y ya otra vez sin un ron que invocar.






2 de junio de 2009

SEAN SCULLY

Si tenemos que estar siempre entre muros, paredes, tapias o tabiques, que éstos sean tableros en los que la luz y el color transpiren mediante el juego geométrico de franjas, armónicas en ocasiones, asimétricas en otras.

Sean Scully, artista irlandés, es el artífice de esta pintura, que no conculca valores sino que los amalgama, los sintetiza, para que nuestra mirada se explaye en esos alfombrados paneles y ejercite sus más íntimos deseos dentro de una abstracción vestida con la intención depositada de metamorfosear paredones o murallas con sus estructuras policromadas.

Estos retablos guardan y atesoran lenguajes transparentes, espejos que reflejan sensaciones, estímulos que describen destellos estables de cubos hechos visión, de habitaciones en las que se vive entre contemplaciones vibrantes. Al fin y al cabo son las otras las que no nos sirven, siempre ciegas y calladas.

Bozales y culíes bajo el mando de José Antonio Aponte Ulabarra toman el Malecón. Pero no hubo desbandada general ya que sabíamos que sólo querían ron y mar. Sin embargo, fueron apresados por orden de la deidad y sus cabecillas decapitados. La cabeza de Aponte, encerrada en una jaula de hierro, fue colocada al lado de su casa. Humberto y yo nos acercamos a donde estaba y compartimos con ella el último trago que nos quedaba. Desde allí nos cegó el resplandor de una libertad que no existía.



1 de junio de 2009

ANISH KAPOOR

En la escultura ya no se actúa con elementos e ideas preconcebidas. Se trata de ver el interior del espacio, de situarlo incluso ontológicamente y después llenarlo, ocuparlo con lo que él teóricamente está exigiendo.

Y dentro de las tendencias actuales hay factores clave, casi decisivos, como lo es su integración bajo presupuestos arquitectónicos para que el objeto obtenga contornos muy magnificados y una mayor visualización, pues en muchos casos esta base funcional y estratégica es lo que propicia el fundamento de su gran tamaño, que es el que permite un ser trascendente a su propia realidad.

Otros también han influido de forma determinante, como lo es la interrelación simbiótica con la tecnología, utilizando a ésta como fuente y aprovisionamiento de no sólo sus proprios avances e innovaciones sino también de una concepción que señala la exploración como el fin de ambos ámbitos, el científico y el artístico.

De esta manera, la escultura se va desprendiendo así de su aura artesanal y primigenia para adentrarse en soluciones en que lo aéreo, lo arquitectónico, lo volumétrico, lo inventivo y lo tecnológico se fusionan en orden a establecer nuevos cauces y horizontes, no sin que se advierta cierto fetichismo y adulteramiento estéril en algunas obras de sus ejecutores.

Al amanecer aparecen por el Malecón, Congos, Lucumíes, Gangás, Carabalíes, Macuás, Mandingas, Minas, Ararás e Ibos. Iban en preregrinación por la ruta de la caña y el ron. Humberto y yo les saludamos y deseamos la mejor de la suerte y que este año, gracias a sus rezos e invocaciones, se diese la mejor cosecha pues estábamos sedientos de olvido.

Reproducciones de obras del artista indio Anish Kapoor.



29 de mayo de 2009

TURNER

William Turner, el genial artista inglés, diluía el pigmento en formas vaporosas, veladas o turbulentas y tormentosas, para que el espacio nos ofreciese su auténtica realidad, siempre envuelta en lo impredecible, pero dejando que el éter se inundase de la luz precisa para hacerla visible con aquellas tonalidades que nos proporcionasen la cualidad intangible de estar dentro.

Giulio Carlo Argan nos dice que para este pintor el espacio es una extensión infinita, de manera que las cosas queden envueltas en torbellinos de agua y torrentes de luz y acaben por ser reabsorbidas y destruidas en el ritmo del movimiento universal.

En estos dos cuadros la mirada queda sedimentada en esas superficies, extrae el olor y el sosiego de esa atmósfera y hasta escucha el canto de unos amaneceres que nunca hasta ahora habían sido así pintados.

De la contemplación de su obra podemos hacer incluso teofanías estéticas sobre su naturaleza o pura ciencia visual o ambas, tanto cabe en ella y tanto ha significado en el arte moderno, mas lo primordial es que nos enseñó a ver de otra manera y ha agrandado nuestro imaginario óptico hasta conferirle marchamo de futuro, el que ya fue y todavía sigue estando ahí.

Esta noche se aplica una pena de muerte a garrote en el Malecón. La víctima es un brujo de las costa oriental. Se le apoyó al reo en el tablón de madera clavado en el suelo y en cuyo taburete se sienta. Después se le rodea el cuello con una soga que atraviesa por dos agujeros el tablón. Una vez sujetada se la hace girar con un garrote hasta que el convicto muere por asfixia. Que descanse en paz y desde el infierno nos cubra de bendiciones a Humberto y a mí, que fuimos los únicos que le cerramos los ojos y la boca, pues todavía se seguía riendo.

28 de mayo de 2009

JOHN MARTIN

Hay jornadas en que con el silencio y la penumbra la memoria se llena de visiones. Posiblemente es el último estertor del Romanticismo que nos suplica modificar o transformar nuestro mundo de rutinas por una vastedad visionaria en la que penetrar sin pertrechos, desnudos, indefensos, expuestos a lo que ha de ser.

Y entonces evocamos la figura del pintor inglés John Martin para que esa ensoñación tenga una ficción de realidad y nos persuada con ella de que mirar y sentir, contemplar y conmover adquieren carta de naturaleza ante lo apocalíptico.

En ese sentido, la grandiosidad y colosalismo de estos paisajes contienen un ánima aterradora por lo que son y ocultan bajo ellos, tal que ciénagas indescifrables que alientan tiempos de devastación y muerte. No dan tregua ni refugio, sólo parecen querer sus propias víctimas.

Worringuer decía que lo romántico es el mundo nórdico, en el que la naturaleza es una fuerza misteriosa, con frecuencia hostil, a diferencia del área mediterránea, clásica, en donde la relación de los hombres con la naturaleza es clara y positiva.

Ahora bien, en la actualidad estas fantasías de notable factura dibujística y cromática son momentos del arte de una época, así como del celo y la pasión que desprendían unos hombres castigados por la angustia y sed de vivir, y que nos han legado para que de alguna forma ese espíritu no se pierda, se conserve bajo otros moldes.

Los proscritos del Malecón acuden a la llamada de los sueños, Humberto y yo a los de la razón aunque fuésemos derrotados. Ellos aman la victoria, nosotros, la derrota y el fracaso. Y sobrevivimos.



27 de mayo de 2009

JASON RHOADES

Este artista norteamericano propone, a través de sus instalaciones, un juego cargado de ironía (¿qué es lo que falta para saber que es lo queda?) sobre la era industrial actual, la vida moderna y el hombre.

Y nos muestra y coloca todo ese abigarramiento de objetos delante de nuestra mirada para que nuestras sensaciones tomen un protagonismo activo y se expresen.

Pues para conseguirlo sólo tiene que tratar de abrumarnos, de asfixiarnos con una escenificación y una atmósfera que no nos deja impávidos sino que sugiere respuestas, dudas, cavilaciones, confirmaciones, para llegar inevitablemente a planteamientos finalistas acerca de este tipo de manifestaciones.

El arte no prejuzga, está abierto a experiencias que renueven su ser para seguir estando vivo y constituir una señal de futuro para la humanidad. Pero las líneas entre lo que es y no es se hacen cada día más delgadas y permeables y nos costará, por lo menos a algunos, poder continuarlas, aunque ninguna circunstancia nos hará renunciar.

El Malecón, al crepúsculo, ordenó el azote de varios de sus habitantes, teniendo la suerte de que entre ellos no estuviésemos nosotros. Pero nos obligó a Humberto y a mí a presenciar el acto y después a verter sobre las heridas de los apaleados, orines, aguardiente, sal, tabaco y pimienta. Esta cura en España, de donde fue traída, la llamaban pringar y servía para evitar que el golpeado contrajese el tétano. No faltaría mucho, nos dijimos sin palabras, para que a nosotros nos tocase ser unos solemnes "pringados". Menos mal que la penumbra nos convidó a ron.



UMBRALES INCIERTOS