LESZEK SKURSKI (1973) / HAY QUE CAMINAR EN LA NADA
Dice Wollheim que el conocimiento del repertorio es un presupuesto de la capacidad del espectador para comprender lo que el artista expresa; pero la existencia del repertorio es un presupuesto de la misma capacidad del artista para expresarse.
El repertorio del placo SKURSKI se mueve entre la simbología de la difuminación de la nada blanca aunque no sea pura y entre el romanticismo de la soledad aunque esté acompañada.
Para él los seres humanos son siluetas sobrevivientes en el vacío cósmico de la ausencia, en el crepúsculo de un universo que mantiene la luz para que haga sombra.
De entre el sudor, la oscuridad, el miedo,
el temblor sordo de la vida,
su dura confusión, su amanecer sombrío,
surgió aquella niña
(Leopoldo María Panero)
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