17 de noviembre de 2020

EUGÈNE DODEIGNE (1923-2015) / ¿QUIÉN ESCUCHA?

  • El primer deber, que no tenemos en cuenta, de quien se enfrenta con una obra de arte o un artista es encuadrarlos en una situación histórica, biográfica y anímica: la suya propia, la misma que habrá de recibir esa dimensión que hurga en el interior hasta desbordarse fuera.   
  • Ortega y Gasset afirmaba que era precisamente el arte el que permitía la estabilización de  una nueva fe, aunque si se piensa bajo otra condición, es la realidad y su impronta espiritual la que proporciona, sin necesidad de fe, un equilibrio en esa percepción que se ve, se toca y se siente.   
  • En las pétreas esculturas del francés DODEIGNE quedan atisbos antropomórficos de lo que podríamos haber llegado a ser; criaturas lánguidas sin fisonomías, sin figuras, toscas, sin voz, sin historia, errantes, vagabundas, ídolos que amagan movimientos que son incapaces de hacer, pero que exigen conmiseración y piedad, y hasta veneración. A cambio, nos mantendremos siempre en pie.

 Un buen narrador no puede no concebir y describir la realidad aun allí donde parece no haberla o no se ha manifestado todavía. Lo irreal  no es sino el producto de una mala lectura.


(Roa Bastos) 

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