- El griego de familia pero nacido en Constantinopla PRASSINOS vivió en París los años efervescentes del siglo pasado, lo que para su obra significó una identidad y una experiencia consolidadas y deslumbradoras.
- Sus formas y tonalidades restallan sin estarse quietas, armando así unas boscosidades que inundan toda la superficie de un fragor vital y de una confabulación abstracta, que en el momento de desintegrarse lo que hace es apropiarse de nuestra visión.
- Sus trazos entre negros, ocres, amarillos, aparentan un azar que juega entre cantos y apologías con el momento de unas percepciones encadenadas a un destino que no quiere irse sin dejar su rúbrica, su sentido plástico y su oración por la existencia.
El suicida es sin embargo el más coherente de los seres mortales. No hace más que adelantarse en salir por propia voluntad de esta tierra donde vivir es una desgracia, según lo apostilló Tomás de Kempis en su Imitación de Cristo.
(Augusto Roa Bastos)
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