- Al contemplar la obra de la austriaco-romaní STOJKA, nos llega el horror plasmado con la ingenuidad perenne de su víctima, con esa pintura predestinada para otra visión que tuviese un horizonte distinto que el marcado por el exterminio.
- Pero no ha sido así, pues si la artista, que nunca pensó en lo que sobrevendría, se ha empeñado en sobrevivir, es para la representación de un relato que estremezca, que en su configuración esquemática nos haga, como espectadores de su futuro plástico, ser parte del mismo como seres que también vamos a ser inmolados.
- No hay otra percepción posible y, sin embargo, puede parecernos un viaje a la alucinación, porque es imposible que tal explosión cromática y figurativa haya conseguido existir, si no es por una inmersión en la locura.
Me bebo los temores
que rondan mi cabeza.
La tristeza
no sabe de licores.
(Pancho Varona)
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