- El alemán SCHREIB no tuvo mucho tiempo para el desarrollo de su relato, pero sí el suficiente para que su voluntad creadora hiciese manifiestos los signos de lo que creía que sería una nueva era para el arte, la cultura y la sociedad.
- Por eso su práctica la ejerció desde la convicción de que las claves habían de quedar grabadas, tatuadas, horadadas, en la materia, fuese la que fuese. Debían ser formas que alumbrasen y significasen un espacio, que tuviesen un pensamiento plástico conjugado con lo histórico.
- En un trabajo muy minucioso, su imaginario abría todo tipo de espacios y referencias visuales, ampliaba los límites a fin de que la visión supusiera una mayor aproximación al cosmos y sus criaturas, que causase en la mirada el pulso del poder y sus vaticinios de creación o destrucción.
En la ceniza hay un milagro.
Allí respira el mundo.
(Carlos Bousoño)
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