En general, nos limitamos a percibir las cosas que nos rodean y sólo muy excepcionalmente somos capaces de verlas. En el caso del artista de Zimbabwe, WYLIE, es al revés, incluso muy al revés. Es como si presintiese lo de antes y de después simultáneamente.
Sus pinturas vienen desde el fondo hasta quedar desequilibradas en lo más cercano y su estructuración en franjas cromáticas deconstruyen al mismo tiempo que revelan la arquitectura de lo que fueron.
Detrás de toda esa configuración plástica asoma una simbología salvadora, porque las ruinas toman sus formas como una entidad constitutiva, como la plasmación única de un ámbito que las singulariza ajena a lo humano en un campo visual que se antepone a todo.
Sólo la luna sospecha la verdad.
Y es que no existe el hombre.
(Vicente Aleixandre)
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