- Decían que cuando Maillol necesitaba saber algo se iba a ver a su mujer a la cocina, le levantaba la camisa y allí se producía el prodigio. El asturiano SIMÓN sólo tiene que acercarse unos pasos al mar junto al que vive y transcurre su existencia para que también eso le suceda.
- Él sabe desnudarlo y hasta conocer su pensamiento, y retratarlo como casi ningún artista lo ha hecho. Ya no es que la sustancia plástica que emplea sea portentosa, sino que va más allá al reconocer sus estados de ánimo, sus sentimientos, sus emociones, transcribiéndolos como el núcleo cósmico de una fascinación que nos deja mudos.
- Lo que forman estas obras, además de un destino tan fantástico como salvaje, son un rosario de cualidades cromáticas que nos arrebatan hacia unos derroteros que interactúan en un círculo de naturaleza, espíritu, vida, muerte, soledad y misterio.
- Fruto del ritmo, la técnica, la expresión, la experimentación, que dejan de lado unas definiciones formales, que como ha escrito Dewey, nos dejan fríos. El imaginario artístico de este artista se sustenta sobre un hecho eterno e intemporal. Y así será siempre.
- Por lo tanto, no dejen de disfrutarlo en la exposición que tiene colgada actualmente en la galería Ángel Cantero de León. Su contemplación no tendrá fin.
Existen en la vida horas en las que el hombre, de piojosa cabellera, lanza, con los ojos fijos, furiosas miradas a las verdes membranas del espacio; pues le parece escuchar, ante sí, el irónico abucheo de un fantasma.
(Los Cantos de Maldoror)
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