- Dice la antigua fundadora y directora de ARCO, Juana de Aizpuru, que esta feria tiene que ser querida y sentida. Más bien habría que decir que lo se quiere y siente es el arte esté donde esté y se vea donde se vea. Y en el de este año, como en el de otros, sigue bastante ausente aunque a los entendidos les depare una verborrea incontenible.
- Cuando me encuentro con algunos de esos supuestos y conceptuales fenómenos estéticos que se extiende a lo largo de las naves, recuerdo al famoso tabaquero indiano de La Habana que, a su regreso, pretendió coronar su mausoleo en el preciado cementerio de San Juan de Piñera (Asturias) con un puro enorme de mármol de colores. No puso ser porque con la Iglesia hemos topado. El cura ni siquiera admitió, en su sustitución, un gigantesco ángel mulato fumándose un buen habano -su cerrilidad no les permitía ningún sentido del humor-. No obstante, si hacen un esfuerzo de imaginación, coincidirán en la premonición que suponía.
- El espectáculo lo brindó un pobre artista mexicano que se emparedó completamente desnudo y tieso entre palés hasta más arriba de su cabeza. No hablaba pero sí le pude sacar una sonrisa cuando le dije que el que comprase la obra tendría que cargar con él toda la vida y darle de comer, aparte de lo concerniente a sus necesidades, lo que ya sería la coña marinera.
Ilustraciones de :
TOGUO
MOHAMED
BRANDL
QUEIROZ
CABRITA REIS
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