22 de diciembre de 2015

SEBASTIÁN (1947) / NO ME LLEGA EL DESTINO PARA CUBRIR TANTO CIELO

  • No cabe duda que el formato monumental proporciona a la escultura una dimensión visual que incita insoslayablemente un examen ocular cuando nos plantamos frente a ella. Ahí radica la importancia de la contribución perceptiva. 


  
  • Pero después, el impacto de una obra como la del mexicano SEBASTIÁN punza nuestra contribución afectiva o emocional, nos hace participar y compartir una geometría de referencias múltiples y creativas. La versatilidad de estos iconos nos obliga a establecernos en el futuro, pensarlo como una estética que ha tomado categoría de existencia. 
  •  Sus estructuras esquemáticas guardan un orden y se comportan como un organismo aéreo que estimula una visión más clarividente, más asociada a lo esencial de unos cuerpos que ya se han decantado por una teoría y práctica de la forma, cual es que nuestro destino descansase en la fábula del suyo.  
Una hora vale todo lo que hubo / pedazos de la lucha viven
 a su costado /vibraciones de la incandescencia / la muerte enfrente.
(Juan Gelman)

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