3 de abril de 2015

CHARLINE VON HEYL (1960) / NO ADMITO TÍTULOS


  •  Dice Bruce Nauman que no debes mirar nada para que puedas ser consciente de todo. ¿Y si es al revés? Mirarlo todo, de modo tal que puedas ser inconsciente de todo menos de la nada. Lo que está claro es la frase de Tim Noble&Sue Webster referente a que el cerebro de un artista es como una gigantesca esponja creativa con el que se inspira en experiencias que a otros pueden parecerles insignificantes.  


  •  La obra de la alemana HEYL está tan inseminada que deja sin palabras esa deslumbrante oscuridad del parloteo supuestamente artístico. Es un conjunto de malabarismos que rechazan lo tópico y los conceptos estéticos deshidratados -no responden a mis términos pero a sí a mis pensamientos-.   


  • Y lo cierto  y verdad es que es una pintura que encaja de lleno en las sintonías de aquellas miradas que necesitan encontrarse con la placidez de una sensación restaurada de pasión y tiempos de calma y lucidez. No es un espejo pero sí es verbo y promesa, poesía y luz de pronto extensa, infinita.

Y tú envejeces presurosamente.
Miras la luz, aspiras un aroma,
y entre el horrible olor tu vida asoma,
crece, madura, es vieja de repente.
(Carlos Bousoño)

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