- El puertorriqueño MARÍN, al transformar, visualizar y dar forma, daba expresión en sus obras a unas fuerzas colosales entre lo crucificado y lo telúrico, entre lo irreal, lo creyente, lo ficticio y la rupturas expresionistas de una concepción plástica muy latinoamericana.
- El ritmo interior de su pintura es la contemplación de unas criaturas alumbradas biológicamente por una luz que se apaga o que se enciende según se va extinguiendo la vida de esa realidad, que para él es la suma de un imaginario entre el cielo y la tierra.
- Su estampación, que se mece entre diversas latitudes, se traduce en fuerza y energía, en una creación -teoría al canto- que se gesta en el momento en que el espectador la contempla, con lo que se conserva siempre actual.
A vuestro cuerpo llamará la tumba.
Por eso triste veis la luna suave
y no hay ya luz para vosotros, ni albas,
ni céfiros, ni aves.
(Carlos Bousoño)
No hay comentarios:
Publicar un comentario