- En esta edición de coros y danzas de ARCO 2015, todo quedó en orfeón y baile ligero, aunque no es para sorprenderse, siempre viene siendo así. Tampoco es para enfadarse, porque ya decía Francis Bacon que excepto Picasso y Duchamp, y hasta cierto punto Matisse, ¿quién ha inventado algo en arte durante el siglo XX? (añádanle lo que va del XXI). A pesar del revuelo existente, ¿quién más ha conseguido una verdadera innovación? Nadie.
- Bien está esta rabieta, pero exagerada, todavía quedan por ver auténticas obras de arte, aquellas que ademas de ser contemporáneas serán arte perenne. No obstante, el abanico expuesto se componía de mucha abstracción geométrica, constructiva, gestual, lírica, alguna pieza informalista; menos en cuanto a figuración, aún menos respecto a escultura; alguna instalación y cierta fotografía. Dejo al margen artefactos, tecnologías varias, patochadas, invisibilidades, presunciones y galimatías.
- Quedar me quedo con los malditos del danés Michael Kvium, las instalaciones de Monika Grzymala y Janis Kounellis, la frondosidad de Katharina Grosse, la escultura de Jonathan Meese, los caníbales de Enrique Marty, los aborígenes de Willie Cole y el informalismo de Ángel Otero.
- Asimismo, también estaban presentes los clásicos, incluidos Picasso, Tàpies, Clavé, y un largo etcétera, sin olvidar a uno de mis favoritos, como es Wifredo Lam. En fin, una suma parcial que constituye una muestra fría e intelectual del arte del presente, aquel que no podrá encontrar de nuevo una plenitud más que si el hombre se ve tan grande en el pensamiento como en el sueño. Pues, o es que roncan demasiado o se les ha ido el pensamiento de vacaciones a otra parte.
Hay veces que los hombres tristemente
a la muerte cantamos.
Allá en el esqueleto está escondida,
dura, fija, aguardando.
(Carlos Bousoño)
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