13 de abril de 2013

GLORIA FRIEDMANN (1950) / NO HAY CONSUELO


  •  El arte, en estos tiempos de penuria y de desorientación, sí tiene claro cómo quiere llegar al espectador. Su carga mediática ha de ser muy potente, ha de asombrar y no dejar indiferencia a su paso. Para lo cual tiene la oportunidad de utilizar un amplísimo muestrario de medios, recursos y procedimientos de los que anteriormente carecía. 


  •  Por eso la alemana residente en Francia, FRIEDMANN, ha seleccionado un repertorio que registre la cara aparente, irónica y espectacular de lo que siempre queremos mantener oculto: el tiempo, la muerte, la identidad, la incomunicación. Sus instalaciones se dirigen a nosotros con el pensamiento de quienes quieren tener afines pero no copias, intensidades pero no meros instrumentos. 


  •  El que los efectos se queden nadando o flotando dependen de innumerables factores, si bien es cierto que la visualidad es todo un compendio de cuando acaba el concepto y comienza el rosario metódico del delirio. Se trata, entonces, de establecerse entre uno y otro extremos o de columpiarse entre ambos y desorientar al enemigo.  


  • Soy la mirada intacta sin espejo
  • para el individuo mulato y el francés huesudo
  • que se enlazan a veces, que aparecen
  • y hunden sus dedos en la frialdad madura
  • de tu espeso corazón. Mas ya que importa, ya el olvido
  • es una vieja estatua desoída -y yo feliz me aparto.

(José Lezama Lima).

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