- La pintura de mi amigo vasco ÁLVAREZ VÉLEZ ni reniega, ni se parodia, ni se vomita a sí misma. Todo lo contrario, es afirmación contundente, una creación entre lo astral y lo telúrico, y una confesión que se desliza prodigiosamente.
- Pero antes de llegar a ello, escuchó a Moreau cuando dijo aquello de que es necesario pensar el color, tenerlo en la imaginación. Es evidente que eso es lo que él hizo y conservó, y con ello hizo una pintura que, como señaló Blaise Cendrars, es un estado de ánimo único.
- La abstracción, en sus obras, es determinante, pues por sí sola cubre con su sentido plástico orden y caos, nubes y tormentas, tierras, mares y hombres. La gama cromática y sus tonalidades atraen la mirada como si estuviera penetrando en campos desconocidos, en alturas insondables selladas por unas luces que no niegan sino que acarician.
- Por tanto, el artista es un ilusionista que establece los parámetros de la magia, que encuadra la significación maravillosa de sus efectos, de su lenguaje, que deja al color que sea la matriz de una progenie que extienda sus alas y circunscriba sin límites sus áreas de acción y vida.
- Al final, hemos de pensar que es difícil no sentir ni reunir las capacidades para ser un visitante de esas galaxias que tenemos tan cerca, que nos sanan cuando deliran y nos enferman cuando no dejan que la emulsión se prolongue más allá del allá.
- Ganamos la alegría bajo un cielo sombrío
- mientras el desaliento nos prendía en sus redes.
- Hemos tenido sueño, hemos tenido frío,
- hemos estado solos entre cuatro paredes.
(José Hierro).
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