- Rostros, gargantas, cuerpos sin luz, ésta se ha apagado porque el cierzo de la muerte no es resplandeciente. Un ritual de secretas soledades, de carnes descubiertas ante un metafórico cristal y de unas sombras que quisieran ser huidizas. De la muerte revierten los diamantes de la postrer mirada que se lleva el gran río (Lezama).
- No hay otra opción para esta pintura que esta tenebrosidad que la convierte en un espejo del que no queremos el cristal, porque rapta el tiempo, la finitud, la degradación, la violencia y la extinción, y después se aposenta en el que llevamos como mirada.
- Una creación, que en un joven artista bilbaíno como URRUTIA, sorprende por la fuerza y magnitud de sus imágenes, por encontrar la configuración adecuada, más rigurosa, más insertada en lo visivo existencial, en lo que es ahora y será siempre, en la fragilidad y vulnerabilidad construidas con una visceralidad y al mismo tiempo una sobriedad maestras. Ese tocado es la luna de nuestra lobreguez.
- El jabalí extiende el grito
- de su boca torcida.
- He entreoído el envío de su muerte,
- pero envía las doce flechas de sus horas
- sobre la piel que no se escoge
- y unos dientes que mastican la raíz
- del río y de la torre.
(José Lezama Lima).
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