ALBERTO ABATE (1946) / NUNCA HAGO LOS DEBERES
- Es cierto que bajo la palabra posmodernidad pueden encontrarse agrupadas las perspectivas más opuestas, pero no estoy muy seguro de que lo sea en todos los casos. El cajón de sastre también tiene sus límites, aunque sean más ficiticios que un ramo de flores en la guarida de un lobo.
- El italiano ABATE, considerado un anacronista, nos ofrece un mundo entre la parodia, el erotismo y el mito, entre lo clásico y lo concebido hoy por él mismo como su trasunto, entre un juego que transforma y otro que simplemente traviste metafóricamente.
- Con lo que, citando a un personaje de Yukio Mishima, el epitafio que formula es el de que el estilo es el destino innato del arte. De ahí el asombro que produce una obra: aunque modifique la visión que tenemos de la vida, ahora nos hemos asombrado inconscientemente por medio del estilo, y el cambio consiguiente no es más que la influencia que ejerce a través del estilo.
- No sé si es precisamente la emoción o la frialdad compositiva, cierta impostura, su imaginario encabalgado pictóricamente en una figuración que busca el acendramiento exquisito de la conciencia como "manera" y método, como exaltación plástica y disfrute visual. Quizás sea así y tal enfoque no necesite de reparos y justificaciones, pues estamos ante creaciones reactivas ante lo contemporáneo que desean que pensemos y veamos con "estilo" y únicamente partiendo de él.
- Para saber si la canción es nuestra o de la noche,
- quieren darnos un hacha elaborada en las fuentes de Eolo.
- Quieren que saltemos de esa urna
- y quieren también vernos desnudos.
- Quieren que esa muerte que nos han regalado
- sea la fuente de nuestro nacimiento,
- y que nuestro oscuro tejer y deshacerse
- esté recordado por el hilo de la pretendida.
- Sabemos que el canario y el perejil hacen gloria
- y que la primera flauta se hizo de una rama robada.
(José Lezama Lima).
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