¿A QUIÉN VOY A ESCANDALIZAR?
- Raúl Eguizábal ofrece una magnífica síntesis sobre una cuestión muy debatida:
- "El artista sufre, sin saberlo las más de las veces, su propia crisis: la que surge de una absoluta contradicción entre su identidad, entre una autoimagen heredada del Romanticismo (como elemento que se opone a los poderes dominantes) y una situación confeccionada de los mercados, de los massmedia y de las modas. Al igual que de los políticos, de los artistas ya no esperamos más que el que nos diviertan con sus astracanadas".
- En el caso del filipino CRUZ, la transgresión es un correveidile sin mayor trascendencia que la que él cree que es. Una simbología religiosa a la que se pone a prueba con marchamos escatológicos, y cuyos significados obtienen la impostura de significantes. ¿Qué es lo quiere remarcar? Que la figura de Cristo asumió la condición humana. Con ello no descubre nada nuevo, pues ya lo dijo San Pablo: "Cristo se ha hecho pecado".
- Y además para que una instalación de estas características tenga el éxito de las lenguas ofendidas y alborotadas, han de mostrarse y exhibirse los dichosos penes. ¿Qué haría sin ellos? Son los únicos que sirven a estos fines seudosemánticos.
- Pero lo superficial y banal carcome todo el edificio que se considera ingeniosamente levantado. Es un nihilismo gotoso, sin ferretería ni ideario estético, una acumulación grotesca, leprosa, hambrienta de una efímera gloria y de un concepto átono y estreñido.
- Si hay un componente de lo contemporáneo o posmodernista desde hace siglos, ese es el faraón Menopto, rey de Egipto en el siglo III antes de Cristo, que, tras vencer a los sirios, ordenó mutilarles, reuniendo así trece mil miembros como trofeo de guerra. Un fascinante museo, aunque demasiado formalista, diría yo.
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