6 de octubre de 2010

CLIFTON PUGH (1924-1990) / AUSTRALIA

  • Australia está muy lejos, lo sabemos, pero ¿y su pintura? En nuestro imaginario, ya muy aproximado a todos los enclaves artísticos y continentales, caben todo tipo de manifestaciones artísticas que logren emocionarnos. Es lo que tiene la globalización, que acerca para bien o para sentir una repulsa antes inexistente.
    • Este autor australiano, PUGH, convoca, en su obra, el espíritu de comarca en la que está insertada. Forma un todo con ella, de tal forma que sus recursos y capacidades expresivos sean el signo que identifique a ambos. Y son válidos esos términos para determinar su enfoque, mas es especialmente su visión la que introduce la mirada en una ordenación plástica que concentra una resonancia especial.

      • La naturaleza tiene su marco de ser y exhibirse, de no dar lugar a sugerencias sino a realidades duras y desnudadas. Precisa los rasgos críticos destinados a la memoria, además de la desolación que acompaña a lo inhóspito o lo extraño de un desierto sediento o un ave que sí sabe lo que lleva a cuestas. Referencias concretas que hacen posible el presentirse allí desde aquí.



        • El Malecón, al llegar mi amigo Humberto y yo a su vera, nos fulmina con la mirada. Escucharme atentamente, nos dice, no volveré a repetir que un buen cuadro es treinta por ciento de dibujo, veinticinco por ciento de color, dieciocho por ciento de composición, quince por ciento de claroscuro y doce por ciento de sentimiento. ¿De dónde lo habrá sacado? Del ron suponemos que no, lo habríamos sabido.



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