27 de octubre de 2010

ANTON ROOSKENS (1906-1976) / NO LOS CONOZCO

  • Otra vez estamos con un autor ligado a COBRA. Es fantástico imaginar como un universo de signos cala a fondo en estos artistas, como si estuviesen desesperados en encontrar esos demonios que nos acosan pero no podemos identificar.
    • Claro que el holandés ROOSKENS los tenía tan cerca, después de mucho buscar, que los agarró bien fuerte. Al final los hizo sus amigos, les dio de comer y beber, y ellos, a cambio, abrieron sus rasgos, fisonomía y naturaleza, se dejaron amar y de vez en cuando maldecían su suerte.

      • Transmitieron, informaron y revelaron , sólo así esos espíritus inconformes, insatisfechos podían trasladar al soporte su cólera por arribar a un mundo y un entorno en que la historia es un personaje execrable y el arte un bufón que se expone a tragarla y venderla. Los interlocutores que se acercaban, los contemplaban y seguían su caminar en silencio, no sabían hablarles, ya no digamos si eran capaces de articular una sola palabra.



        • Abominaban del castigo que les habían inferido, únicamente por el hecho de la soberbia de haberlos encontrado y trazado. Si eran un misterio, deberían continuar siéndolo. ¿Acaso nadie quiere quedarse en su limbo carente de angustia?

      • Ven a los que les observan y perciben su aliento de muerte, la cual desconocen porque son convicciones que nunca han perdido la fe. De todas formas, antes o después, de no sentirla, hubiesen sucumbido. Antes o después, de no vivirla, se hubiesen extinguido.

      • Mi madre, de ochenta y cuatro años y herencias indianas, me dijo que El Malecón ya era viejo cuando nació. Y como tampoco le cree, morirá para volver a nacer.





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