17 de septiembre de 2010

ÁNGEL MATEO CHARRIS (1962) / LOS VIENTOS CRUZADOS

  • ¿De qué está impregnada esta pintura llamada neometafísica? No es una parodia visual, ni una figuración de orquestas y violines, ni una ronda de versos cantarines. Tampoco impone que se mastique apuradamente o que se quede con la improvisación de lo ocurrente. Es más, algo más.
    • El español CHARRIS detiene su pintura en un momento determinante y cautivo, que detalla y configura como si fuese la evocación de un tiempo insalvable e inapelable, y por más que abrimos y cerramos los ojos cautamente antes sus obras seguimos sin hallarlo, quizás porque esa es la clave implícita que no vemos pero sí contemplamos.


      • Son escenas en las que su realidad aparente está escamoteada y sin embargo está ahí para que podamos verla y nos inciten a la simultaneidad de mirarla y aprehenderla. Al final, ella es tan visible que nosotros, espectadores, nos convertimos en invisibles.


        • Tal plástica, que vislumbra equilibrios en suspensión, no duda en responder a planteamientos seguros que tienen como propósito el hacernos dudar, no dormir sin continuar contemplando como el tren nunca se va ni la ola podrá desplomarse.



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