2 de junio de 2010

GINO DE DOMINICIS (1947-1998) / REINICIAR LA FORMA

  • No hacemos más que detenernos antes campos de contemplación que nos involucran en dudas y silencios. También en asombros y raras emociones.
    • Con la obra del italiano DE DOMINICIS ocurre tal fenómeno óptico que no son necesarias explicaciones y penetrantes análisis, tal vez calladas incertidumbres y sospechas. Una plástica demasiado letal para verla pacíficamente. Y, sin embargo, no debemos dejar de saludar en ella la creación impertérrita entre renglones impropios, los cuales viene a solazarse con su impostura e invitarnos a acudir en distintas direcciones, secretas unas e inciertas otras.

      • Confiamos en haber asumido esa aparentemente invocadora estética sosteniendo intensos diálogos visuales y no permitiendo que esas formas reinicien de nuevo delante de nosotros, espectadores, lo que ya se ha consumido desde el origen. No hay que ceder al engaño, se trata de quedarnos en ese desengaño visual que atiza nuestra memoria con visiones imposibles de tan ilícitas y desnudas.


        • Por último, no pasemos ante estas formas sin decir adiós y esperar el reencuentro, haya o no haya tiempo para llevarlo a cabo, pues en el fondo de eso se trata.




          Las colas ante El Malecón son las más grandes, no hay otro lugar en que sean tan explícitas y duraderas. Mi amigo Humberto y yo facilitamos el orden y un sonido sin desdén. Nos bañamos siguiendo estelas sucesivas y sacrificamos la huida al retorno. No nos dan ron pero nadamos como si estuviésemos envueltos en él.




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