4 de junio de 2010

ERNESTO NETO (1964) / ¿ESPACIO VACIADO?

  • Decía Wilhelm Worringer hace ya muchos años que el existencialismo en las artes plásticas era un espacio rigurosamente vaciado, tanto anímica como espiritualmente, de atmósfera y de sentimiento, llegando a proclamar la muerte de la cosidad hasta convertirla en desnuda objetividad.
    • Pero las instalaciones del brasileño NETO no encajan en ese espacio, al contrario están rebosantes de atmósferas y sentimientos que estallan en esas níveas grutas góticas que despliegan sus capacidades y dimensiones en los límites del asalto a sensaciones intangibles.

      • Sí que no puedo dejar de comprender al teórico alemán cuando afirma que hay que partir de un vivenciar y revivenciar contemplativo y que la soberanía de los medios de expresión artística tiende a regular el proceso plástico, además de que actualmente dichos medios se han convertido en primordiales y constitucionalmente determinantes de su método.


        • Todo ello es cierto, mas como él mismo reconoce tal logro no sería posible sin un lenguaje que, en última instancia, está dictado por una potencia evolutiva suprapersonal del artista.



          • Por tanto, el conjunto de esta obra revela una magnitud constructiva inimaginable -tanto en recursos como en planificación e idearios- de la que cuando estamos en su interior y en su entorno percibimos la emanación del límpido tañido de un flujo de emociones que nos integra en los intersticios corporales que perforan la materia. Un pensamiento visual acaba de despertarse en el centro de un limbo creado para una singular transmutación.




            • Finalmente, puede que sea el único en divisar mas ya no veo espacios vacíos, los que observo ocupan y versifican la frágil contextura que conforma una mirada que cada momento está más cargada de invidencia y oscurecimiento.






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