- Dice JOHN BERGER que el arte abstracto es un proceso en el que ha quedado eliminada de la imagen casi toda la experiencia vivida. No puedo estar en más profundo desacuerdo con esta afirmación. La abstracción es una reflexión que sobre la idea de representación de sí misma se hace la pintura teniendo como protagonista al artista ejecutor y a sus propias vivencias. No ha desaparecido nada que humanamente le afecte -entorno natural, urbano, afectos, carencias, necesidades, pensamientos-, al contrario lo engloba y metaboliza hasta la consecución de la máxima potencia visible de lo alcanzado hasta entonces.
- El trabajo de MÉNDEZ LOBO incide en ese campo de actuación desde el ángulo de la intimidad. Abarca una configuración lírica que se desnuda en la superficie para mostrarnos los rasgos nubosos y cósmicos de una pasión plástica intrínseca con su sentido del ser.
- Él deja que los espacios hablen y desarrollen todo lo que llevan dentro en unas sintonías cromáticas en que la expresión ya ha sido definida pero no agotada. Se trata de indagar en las posibilidades de refugios cuyos derramamientos nos oculten de la muerte.
- En sus obras anteriores, más líquidas, a las que también les dediqué un post, se destilaban esencias, en las de ahora ya se concretan unas presencias de más solidez que nos refieren en tonalidades extendidas lo recóndito y personal -asilos ante la incertidumbre, la duda de lo perecedero y efímero-, y que aguardan el futuro para dar paso a otras reconciliaciones con nuestra visión.
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