9 de marzo de 2010

HUMBERTO VIÑAS GARCÍA (1963) / EN TIEMPOS DE REGRESO

  • Para mi amigo HUMBERTO, aunque él hubiese atravesado recientemente una etapa de parálisis expiatoria y un espíritu yermo, la vida prosigue secretamente su acción a pesar de la crisis y la depresión. Sus facultades creadoras preparaban nuevas germinaciones y epifanías porque el acto de pintar, que Pierre Alechinsky afirma que consiste en sumergirse más profundamente bajo tierra, bajo el agua, bajo el fuego, bajo el aire, le es feliz o infelizmente consustancial.
    • Sus últimos trabajos manifiestan claramente una guía de estilo bien asimilada y vinculada a sí mismo, que es la razón de lo que siempre fue y será -hoy esa formulación de estilo está desapareciendo en aras de formulaciones conceptuales-, no sin altibajos, su seña de identidad. Se desprenden de ellos hasta un universo sonoro (melodioso juego cromático plano en que lo hondo simula ser superficie y hasta superficial), que es el que entre penumbras, luces y claroscuros le rodea siempre, debatiéndose entre esos visitantes que habitan esa guarida o cuchitril que le sirve para vivir de la necesidad de pintar.

      • Sus carencias físicas, vitales, son muy grandes, y, sin embargo, su tesón abarca infinitos insospechables, tantos que ni siquiera podría vislumbrarlos todos si no es intentándolo en la tela.

    • Es capaz de fundir, en un acento terriblemente caribeño e isleño, magia y dolor, fantasía y desolación, amor y odio, que están ahí reflejados como si fuesen los verdaderos rostros y cuerpos que él en sus noches de insomnio ve, como si emergiesen de la auténtica realidad de un ensueño roto y derrotado.

    • Más abajo sitúo dos obras de ROY DE FOREST (1930-2007), un cotizado artista norteamericano, con el fin de que el espectador pueda contrastar las conformaciones plásticas de un referente sin marca y modestísimo y un consagrado. No sé si repararán en lo mismo que yo.

    • Si VIÑAS hubiese caído en manos del gran marchante Leo Castelli hubiese tenido con toda seguridad otro destino. WILLEM DE KOONING, en 1960, le comentó a JARPERS JOHNS que a ese hijo de perra le dabas dos latas de cerveza y las vendía. JOHNS, muerto de risa, hizo una escultura con dos latas vacías de Ballantine Ale y Castelli las liquidó inmediatamente por miles de dólares. Hoy se encuentra en un museo alemán.









1 comentario:

  1. Muy buenas las obras de Humberto Viñas García, a la vez que complicadas de poder comentar. Tienen mucho color, y por los barquitos que deben de ser la firma se puede apreciar que vive en zona de mar. Aunque realmente no sé si son barquitos o una corona.

    La primera obra son cuerpos desmembrados en donde el autor ha querido plasmar que a pesar de los pesares, la noche es bella, y aún queda tiempo para el amor, para beber, para leer, y hasta para quitarse la careta y mostrarse al mundo tal como es uno.

    La segunda obra, Humberto parece que ha querido pintar como en la noche observamos, y las manos tantean los cuerpos desnudos. Los colores son muy bonitos y el fondo es el azul de una noche relajada para disfrutarla. Aunque también se aprecia seriedad por el mal momento y la situación de los que viven en el lugar.

    La tercera obra es muy bella. Los ojos son enormes y la mirada triste. Realmente es una obra muy complicada de entender a pesar de la belleza que muestra.

    La cuarta obra se ve claramente la desolación que transmite, que hasta los animales están serios y apenados. Me gustan las caras con corazones y con árboles. Se ve como una especie de fiesta obligada. Como si fueran inducidos a fuerza de cañón a parecer lo que no es.

    La última obra es como un Arca de Noel en donde la desolación y el miedo se palpan al tener que huir. El barco va amarrado, y es un perro quien tira para conducir a todos los animales y algunas personas disfrazadas de payasos acia algún lugar aun sin identificar y en interrogación.

    Saludos y siento no poder entender mejor la belleza que ha realizado Humberto.

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