El chino QING, en sus pinturas de simios inteligentes y posmodernistas, desafía a una humanidad por estar peor que ellos como queda de manifiesto en sus retratos desnudos pero intelectualizados.
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Con esos rasgos en poses estéticas y en una desvergonzada conjugación cromática revela un alter ego que se plantea tal que otro y a sí mismo su propia ignorancia y decadencia.
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Simulan ser obras cuyo punto de partida es entropomófico, pero su punto de llegada es una visión marcada por la duda de lo que ha sido un pasado perdido en busca del rastro de su origen.

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