El francés BENRATH proyecta sus paisajes abstractos como si fuesen una génesis cromática que tiene lugar por segunda vez, cuando las ondas cósmicas están más bajas.

Sus obras se basan en espacios en los que la serenidad creativa fluye mansamente al inventarse tangible y luminosamente, incitando a la mirada a formar parte de ella.

Indudablemente en la eclosión hay un valor plástico que descubre la reflexión de un quehacer leal con su propia impronta ontológica.

Los hombres de capa y espada del Imperio español era dados a representar comedias para ganar el asenso de los hombres de garnacha.
El británico BEHRENS, en sus obras, es un artista introvertido que impide que el enigma de su pintura se transparente, aunque el trazo sea denso y desconfiado.

Aun así, lo pictórico trata de enmascarar lo imposible, pues los rostros se imponen y dejan que la mirada trate de explicar lo existencial inexplicable.

Al lado de la rapidez, el terror.
No es que todas sus ideas fueran exactas y todos sus juicios serenos.
Si he tomado al hierro como material básico para mi escultura -siendo el primero que lo hace-, confiesa el suizo MÜLLER, es porque me insinuó la dirección y el sentido que quería dar a mi creación.

Con él forjé una nueva morfología, una inédita manera de concebir los seres, de hibridarlos, de conferirles una antropología propia.

Sus formas son compactas, expresivas, sugerentes, animadas, construidas para que por sí mismas tuviesen el vigor de sentirse imperecederas.

No se deje sobrecoger de los informes de hombres pusilánimes.
¿Serviría de algo ahora una concepción visionaria y mesiánica del arte?
El francés PRASSINOS ha creado un universo boscoso y frondoso a modo de refugio plástico y emocional, en el que sus sucesivas exploraciones vayan en una doble dirección real y metafórica.

Son percepciones que tiene la sospecha de que en su interior les espera una dimensión desconocida que ya en su apariencia conjuga toda una verdad.

La fisonomía de estos aquelarres barbóreos incitan a la mirada a penetrar dentro de ellos, a buscar sus misterios y secretos, sus miedos y sus angustias.

Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche.
La obra se sostiene y mantiene desafiante ante nuestra mirada, la reta a ir al fondo-fundamento y, en definitiva, subsiste orgullosa como fuente y origen de su propio sentido y significado.