- El mundo del arte es, entre otras y muy diversas categorías, el mundo de la apariencia sensible de las cosas, de su necesidad y evolución. El suizo GODLY, no obstante, se ha empeñado en afirmar y concretar las más cercanas e inalcanzables, tanto en una realidad visual como en una realidad física.
- Ante esta acusada luz y densa sustancia pictórica ha de procederse desde lo más evidente, descriptivo y elemental hasta, dando un paso más, lo más oculto y simbólico. La sensación inicial que se produce en la contemplación de estas obras se vuelve una reflexión sobre su forma, su configuración, el hecho que nos atraigan hacia ellas, hacia su interior.
- El artista no oculta los trazos porque ha conseguido con ellos, mediante la aplicación de una depurada experiencia, la carne y el espíritu de esta naturaleza que se erige siglo tras siglo como un ídolo que otorga los favores o maldiciones, y que ha nacido para ser venerado. Bell establece que el punto de partida para todos los sistemas de estética ha de ser la experiencia personal de una emoción particular. Este parece ser el signo de este formidable trabajo.
El dolor se vuelve color
y el color una ternura
amarrada a la voz del que pronuncia
siempre en la distancia, con eco.
Tú respira.
(Tomás Martínez)
- Roger Fry aseguraba que la obra de arte impone a las sensaciones un orden y una variedad premeditada, y provoca en nosotros ciertas emociones puras. El madrileño LE FRÈRE toma el testigo y así, de esta manera, manifiesta su indomable verdad artística.
- Pero es que además dibujo, concisión e imaginación en sus obras son producto del vínculo con una capacidad expresiva que capta sabiamente la fisonomía exterior de los seres conforme a una realidad que les imputa.
- Es el estruendo de una imaginería que como pasa con el cerdo, se come todo hasta el rabo. Se debe además a que la forma de su creación abre una visualización que no se queda en la mera semblanza, sino ahonda en la entraña y nos invita a entrar en ella sin compasión.
Es la hora de las velas......y de los silencios.
(Tomás Martínez)
- El problema del artista consiste en ser capaz de crear una representación en la cual la forma activa tenga una significación ganada a la mera forma real de los objetos. Para el alemán LÖWENTRAUT la forma se disuelve en el color y éste brilla como si estuviese en una feria.
- Las siluetas, los bosquejos, las divagaciones de las líneas buscan ellas mismas el esquema cromático en el que haya más luz, en que la definición sobre el espacio sea un movimiento constante dentro de una dinámica de juego en el que involucrar a la mirada.
- Quizás es que el diseño, aunque estuviese predeterminado, estaba predestinado a alterarse, a excitarse, a no dejarse someter, a inventarse a sí mismo, con el fin de fraguar una identidad propia, fulgurante y psicodélica.
El llanto termina por secar.
El cuerpo casi siempre queda descalzo
y la única vida sigue pareciendo...
La mitad de una verdad.
(Tomás Martínez)
- Dice Anni Le Brun que lo que importa es la enormidad de la obra, experimentada por los espectadores como un impacto, pero sin ser conscientes de lo que lo provoca, del poder financiero (sic) que lo induce.
- Por eso en el caso del portugués REINERO, su obra es una apuesta por una abstracción que sea identificación con abismos cromáticos que ni tienen definición ni la necesitan, pues construyen atmósferas donde la vida ni es tiempo ni tampoco espacio.
- Sin esas afinidades físicas y poéticas carecemos de visión, de texturas, de poética, de lenguaje, para encontrar ese enigma pintado que precisamos que nos posea, que nos inunde con su sustancia emocional y sensible. Con ello, alcanzamos un fin imprevisto.
Sigo brindando por los dos,
aunque me beba, y siempre sin verte,
la amarga ardiente trementina.
(Tomás Martínez)
- Tomando como base de partida el dominio de la forma, el oficio, el ingenio, la fe y la magia, la obra se consuma conforme a los procedimientos orquestados por el autor. Y en el caso del asturiano ARIAS tal hecho ya es imaginación y y memoria fermentada de deseos expandidos.
- Son muchos los artistas que entienden y asumen la aventura del arte como un viaje interior. Éste es uno de ellos, porque esos paisajes son producto de visiones estimuladas y destellos sensoriales, de un abanico de color que se niega a someter sin antes sufrir un proceso de transfiguración que le proporcione la impronta horizontal de una alquimia recobrada.
- O lo que es lo mismo, una elaboración sintética y sintáctica de exploraciones e intuiciones que captan la emoción plácida que genera la naturaleza y la vida, y el contemplar lo existente desde una creación plástica que lo invoque.
¿Sabes?
Me recuerdas a un momento,
no....A muchos momentos
que no pienso olvidar.
(Tomás Martínez)
- Haber nacido rodeado por paisajes casi vírgenes e impolutos, crecer y madurar entre ellos, volver siempre a visitarlos y habitarlos, deja huella en cuerpo y espíritu, que quieren absorberlos y aprehenderlos hasta formar parte de ellos.
- Tanto es así que la finlandesa PURANEN se propuso, a través de sus recursos técnicos, captar la esencia de esos parajes que, además de su gran plasticidad, resultan una incógnita de eternidad.
- Esos destellos de luz y sombra son como una metáfora metafísica de lo que es la naturaleza, de lo que es su ser y de lo que también implica un no ser. Cada obra es una plácida ventana a un ethos terriblemente sensible que en su mística creativa presiente la angustia de un fin no lejano, de una historia, la suya, a punto de derrumbarse.
Paredes afiladas.
Sombras en vértice
compran para mentir.
(Tomás Martínez)
- Hay ocasiones en que la pintura te señala sin identificarse. Tú eres ella y ella también es de ti. Y esa extrañeza se hace una realidad plástica que descubre escenas interiores impensables que se han buscado otras formas de vida.
- La caracterización cromática se diseña en capas afectuosas que incitan a la mirada tomar el rumbo que le señala, a navegar dentro dentro de ellas, pero divagando y surcando sus territorios conforme a unos ejes visuales que someten al espacio a sus despiadados devaneos.
- Para la francesa DELÈGUE el imaginario se orquesta mediante un operativo que encaja la fragmentación en su momento final, cuando llega la convicción del deseo y la pasión, cuando la culminación se ha consumado como el acto metafórico de la creación.
Suelo soñar,
aunque luego vuelva a despertar.
(Tomás Martínez)