- Si Neo Rauch decía que para él la pintura es la continuación del sueño con otros medios, en el caso del estadounidense SHAW habría que hablar de lo que sería y es una pesadilla interminable.
- Bien es cierto que su plástica y figuración, de tonos sucios y gastados, martilleantes y expresivos, denotan a través de ámbitos cerrados y nauseabundos la terrible maldición de una humanidad que se hunde en su abismo.
- El autor, no obstante, no busca, con esa técnica tan desarrollada y magistral, una conciencia culpable e irredenta, sino la sensación del horror, de los rostros desdoblados, de los cuerpos malformados, mutilados y torturados.
- Y esta percepción sensorial retoma el pensamiento de que lo efímero de nuestro ser puede existir dentro de un infierno que se hace eterno. Presuntamente hasta preferiríamos el otro.
La criminalización categórica de la pobreza urbana es una profecía que se alimenta a sí misma y que garantiza la formación de un futuro inacabable de guerras callejeras (Mike Davis).