- Podríamos desvirtuar lo que siempre ha sido canonizado y no por ello el hallazgo tendría que carecer de la forma revelada. En la alucinación descuartizada, fragmentada, soldada de estas placas, percibimos la fisonomía angustiada de semblanzas que reconocemos vivas con el lenguaje de la mirada.
Si el belga UBAC las inserta como búsqueda inapelable, nuestra contemplación las penetra con un hálito visionario que nos proporciona aliento para perseguir azares sensoriales destinados a conformar una visión que resista y perviva.
Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe.
Wikipedia
Resultados de la búsqueda
28 de junio de 2010
RAOUL UBAC (1910-1985) / IMPETRAR EL MALEFICIO DE LA FORMA
24 de junio de 2010
GLENN BROWN (1966) / MASAS VISCERALES
- Pegajosas masas viscerales envuelven y cubren bustos inseminados, queriendo así gritar y proclamar su presencia y personalidad tangibles. Dicen que el inglés BROWN se ha apropiado de ellas y de otras con nocturnidad y alevosía, aunque nunca con intención de cometer plagio, del que se le ha acusado con nulos resultados.
- Ahora estos intestinos multicolores han dejado de ser insignias de camuflaje, son órganos en siluetas renacentistas, fuertemente empastados, que esgrimen señas de identidad de una biología plástica que se representa bajo la batuta turbia de un continente surcado de filamentos sanguíneos, de orografías venosas, de fibras tuberosas. Por eso la mirada, ante ellos cargada de injertos afortunados o desacertados, deambula, ya no se asienta ni toca ni invierte su destino, mientras unos gestos conforman rasgos y otros convierten espejos en los que adornarse y acicalarse en pesadillas.
- Ahora estos intestinos multicolores han dejado de ser insignias de camuflaje, son órganos en siluetas renacentistas, fuertemente empastados, que esgrimen señas de identidad de una biología plástica que se representa bajo la batuta turbia de un continente surcado de filamentos sanguíneos, de orografías venosas, de fibras tuberosas. Por eso la mirada, ante ellos cargada de injertos afortunados o desacertados, deambula, ya no se asienta ni toca ni invierte su destino, mientras unos gestos conforman rasgos y otros convierten espejos en los que adornarse y acicalarse en pesadillas.
22 de junio de 2010
GÉRARD GAROUSTE (1946) / LAS DIMENSIONES DEL YO
- El francés GAROUSTE se ha quitado la máscara en su manifiesto plástico del yo. No es exploración ni búsqueda, ni tampoco se trata de simples correlatos externos, sino de una íntima confesión de lo que cree que son las dimensiones del yo en espacios colgados de doseles incautos.
- La liberación tiene lugar en procesos que se gestan a medida que se configuran, hasta culminar en autorretratos crueles y alegóricos que se conjuran para evidenciar lo ridículo de unos destinos encarnados para celebrar la derrota.
- Obra que se significa como un puente entre maneras de mirar, entre modos de ejercer la función que la visión nos ha interiorizado. Incluso ponemos en cuestión la observación que construye y organiza la vivencia ante ese mensaje que se comunica bajo las formas figurativas de señales tan próximas, quizás excesivamente cercanas. Son efluvios icónicos que dejan la quietud para otro día y que nos persiguen sin licencia para matar.
El Malecón aguarda nuestra llegada. Está ávido de chupar nuestra anémica sangre a cambio de un trago de ron inidentificable. Pero para nosotros, mi amigo Humberto y yo, es otro día en que sopla la vida y emerge la tierra, castigada de tanto parir sin recibir y beber una gota de bien.
- Obra que se significa como un puente entre maneras de mirar, entre modos de ejercer la función que la visión nos ha interiorizado. Incluso ponemos en cuestión la observación que construye y organiza la vivencia ante ese mensaje que se comunica bajo las formas figurativas de señales tan próximas, quizás excesivamente cercanas. Son efluvios icónicos que dejan la quietud para otro día y que nos persiguen sin licencia para matar.
- La liberación tiene lugar en procesos que se gestan a medida que se configuran, hasta culminar en autorretratos crueles y alegóricos que se conjuran para evidenciar lo ridículo de unos destinos encarnados para celebrar la derrota.
21 de junio de 2010
UBALDO BARTOLINI (1944) / RETOMAR SENDEROS
Patinir nos enseñó que la aprehensión del paisaje es una entidad de nuestra conciencia plástica. Y Amiel añadió además que era un estado de ánimo.
El italiano BARTOLINI retoma ese sendero con la consiguiente duda de la desmaterialización de su condición física para poder plasmarlo en un continuo infinito.
Por tanto ésa es su capacidad, la de penetrar y habitar la topografía como una experiencia sensorial. Es lo que le define como un anacronista, el que investido de su sentido panteísta interpreta una idealización telúrica cuando es un todo con la memoria armónica, o resultado de una fuerza dionisíaca cuando los recursos emocionales se sobreponen a los formales.
Nuestra mirada no se centra tanto en la configuración tectónica como en la introspección de un universo al que siempre le viene bien más visualizaciones, sin que con ello recabe trascendencias indebidas o sean susceptibles de fajarse con entes numinosos que caminan por un borde a tientas y con la voluntad de significarse a ciegas.
Este autor nos proporciona una visión que fluye y nos adentra, y después nos deja solos en rumbos ya trazados con el firme propósito de que los sigamos.
19 de junio de 2010
MARKUS LÜPERTZ (1941) / BAILEMOS SIN PARAÍSO
El expresionismo no cerró cuerpos, el neoexpresionismo sigue sin hacerlo. Incluso degollados continuamos siendo en la conciencia estética la parte que ya no somos. En lo humano la metástasis es la naturaleza agraviada de su imagen, porque cuando el acto plástico toma posesión de ese segmento, establece las dimensiones de lo efímero y define las formas de su conservación entre pigmentos y colorantes.
- Pero lo iniciado es lo grotesco y deforme, tanto lo que se limita al reflejo de escenas en que los estigmas afloran, como lo que destella unas huellas del vivir fichadas por indecorosas.
- Para el alemán LÜPERTZ la mirada ha de ser un cuchillo que delate y señale signos contrahechos de paraísos sedientos y ávidos de ser el hilo que conduzca a destinos visuales que nunca cesen de autoinfligirse una práctica de reverencia por la figura inviolada e inviolable. Lo que ni siquiera es conforme al rito, no puede terminarse ni agotarse. Cultos y ceremonias en la pintura de este artista no se encuentran, se hallan más bien idilios imposibles, rezos de emociones corporales que se impregnan del estar evitando ver. Y eso es todo.
- Cuando llego al Malecón, diviso a mi amigo Humberto, rodeado de habitantes, dibujando, sentado en cuclillas, algo en el suelo. Murmullos y silencios se alternaban. En el momento en que los rayos del sol iluminaron el dibujo, una mujer profirió unos gritos incomprensibles, y, luego, un cuchillo se clavó en un sexo. Cerré los ojos, saqué de allí al infausto dibujante y naufragamos en ron.
16 de junio de 2010
HUMBERTO VIÑAS / ANGUSTIAS DE SONREÍR EN UN MALECÓN CONTAMINADO DE SOLEDADES
- Mi amigo Humberto deja de repente de escribirme y pervierte el modo de lanzar mensajes. Yo ya sé que en ese contexto de vida entre fisuras, el espacio, tan mínimo, aboca a planos insatisfechos, ¿pero para qué saciar la angustia entonces si son también insuficientes los cálidos ardores de un color que se excita siendo para no ser?
- Enredado entre fantasmas, habitantes del cabildeo diario de la supervivencia, la obra de este isleño no para de enrocarse en lo que puede hurtarse a lo confesable e inalienable. Enfocada o desenfocada -ese compacto culo insurrecto es un sacrificio inane que hace el bien para metamorfosear el mal-, es una lírica de sustentación sobre un vacío que aparece tan grande como la sustancia que desaparece. Mas no por eso el armazón es alimento, hasta puede confundirse con una sed que si renuncia ya es derrota y muerte.
- Enredado entre fantasmas, habitantes del cabildeo diario de la supervivencia, la obra de este isleño no para de enrocarse en lo que puede hurtarse a lo confesable e inalienable. Enfocada o desenfocada -ese compacto culo insurrecto es un sacrificio inane que hace el bien para metamorfosear el mal-, es una lírica de sustentación sobre un vacío que aparece tan grande como la sustancia que desaparece. Mas no por eso el armazón es alimento, hasta puede confundirse con una sed que si renuncia ya es derrota y muerte.
15 de junio de 2010
ENZO CUCCHI (1949) / YA NO HABREMOS DE BAILAR
- A propósito de la Transvanguardia italiana se puede citar aquella frase de Fernando Castro Flórez, relativa a que esa capacidad de la pintura para resistir al tiempo, incluso para ganar fuerza con las huellas que éste deja sobre ella, la convierte en una particular trinchera para oponerse a la lógica de los no lugares que impone nuestra sociedad del espectáculo.
- ¿Exageraríamos, entonces, si afirmáramos que no creer en la pintura es no creer en sí mismo? Pésima pregunta para hacerla desde planteamientos suburbiales bajo los que no podemos ni debemos erigirnos en jueces o comisarios de la ontogénesis, pues simplemente por medio de nuestros restos sólo dan licencia para acotar espacios, y eso si podemos, y regar aporías para que no se queden solas.
- El italiano CUCCHI no es un pacificador, más bien se va de la lengua para que al plasmar los confines mortales ésta consiga engañarlos. Y de paso nos obliga, con la mirada centrada en el olor de la textura, a ver si una representación alcanza la lucidez de declinarse ante la carne a fin de que no aparezca, para que la apropiación sea ese espíritu de muerte que entre tonos vivos se agita en claros o en penumbra.
- Hay momentos en que al Malecón se le sube en demasía la soberbia y no hay forma de estirarlo. Ni siquiera nuestra mulata Mercedes, que fulmina con sólo un parpadeo de su pestaña central, es capaz de desarrugar ese ceño marcado por el odio. Mi amigo Humberto y yo, arrastrando a la joven pirotécnica, huimos de allí aspirando un aguardiente de ron que sabía a mar de ondinas ahogadas.
- Hay momentos en que al Malecón se le sube en demasía la soberbia y no hay forma de estirarlo. Ni siquiera nuestra mulata Mercedes, que fulmina con sólo un parpadeo de su pestaña central, es capaz de desarrugar ese ceño marcado por el odio. Mi amigo Humberto y yo, arrastrando a la joven pirotécnica, huimos de allí aspirando un aguardiente de ron que sabía a mar de ondinas ahogadas.
- El italiano CUCCHI no es un pacificador, más bien se va de la lengua para que al plasmar los confines mortales ésta consiga engañarlos. Y de paso nos obliga, con la mirada centrada en el olor de la textura, a ver si una representación alcanza la lucidez de declinarse ante la carne a fin de que no aparezca, para que la apropiación sea ese espíritu de muerte que entre tonos vivos se agita en claros o en penumbra.
- ¿Exageraríamos, entonces, si afirmáramos que no creer en la pintura es no creer en sí mismo? Pésima pregunta para hacerla desde planteamientos suburbiales bajo los que no podemos ni debemos erigirnos en jueces o comisarios de la ontogénesis, pues simplemente por medio de nuestros restos sólo dan licencia para acotar espacios, y eso si podemos, y regar aporías para que no se queden solas.
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