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10 de octubre de 2008

EVARISTO VALLE / CARNAVALADA DE LOS OSOS


Jesús Villa Pastur, el inolvidable crítico asturiano, decía que las "Carnavaladas" del también asturiano y artista Evaristo Valle son únicas en la pintura española de todos los tiempos. Y quizás sea cierto.


Él habla del sortilegio del color, del misterio que las envuelve, del hálito poético que de ellas brota. Y también del silencio, del rito extraño y arcaico, de un dolor sobrehumano, de la vergonzante reverencia del hombre a su propia animalidad.


Evaristo Valle nos infunde un fuerte y penetrante extrañamiento ante esta obra, "Carnavalada de los osos", que revive arquetipos olvidados y marginados por la modernidad. Ella nos recuerda lo que fuimos, nuestros temores ancestrales, el oscuro enigma de nuestros orígenes. Y a través suya tocamos la tierra y volvemos a vernos en nuestra historia y acongojados ante nuestro destino.


Recibo un mensaje de mi amigo Humberto como si fuese de ultratumbra, me confiesa que el malecón, por más que le pregunta, no revela lo que piensa, cree que anda ciego, cojo y sordo. O se hace el loco. Y las mulatas, excoriadas de no se sabe si de hambre o de hombre, tampoco dicen nada.


7 de octubre de 2008

ISMOS


Conocí la historia de un entusiasta artista, siempre muy inquieto e insatisfecho, que empezando como simbolista, se pasó después al abstractismo y acabó en el absurdismo en esa primera etapa.


En una segunda fase, se adhirió al acmeísmo, transitó luego por el anagogismo para posteriormente militar en el antirrealismo y sumarse finalmente al apariencialismo.


Descontento con los resultados, se embarcó enseguida con el atematismo, flirteó con el bidimensionalismo, lo intentó con el caligramismo y fracasó con el construccionismo.


Indesmayable y tenaz, se fue al creacionismo y al momento siguiente ya estaba en el cromoluminarismo, al que le siguió el cubismo, el dadaísmo y el divisionismo.


Ya algo fatigado aunque aún entero, se inició en el elemantilismo, ulteriormente en el esquematismo, el exacerbismo, el expresionismo y el fauvismo.


Con las esperanzas perdidas caminó hacia el futurismo, lo dejó y continuó con el geometrismo, hermetismo e ideoplasticismo.


Y desesperado ya, puso su último aliento en el imagismo, a continuación el irrealismo y sucesivamente, el linealismo, el litocromatismo, el naivismo, el negrismo, el objetismo, el onirismo y el perspectivismo.


Agotadas sus fuerzas y sus certidumbres, dedicó las últimas que le quedaban al postismo, el primitivismo, el puntillismo, el semiabstractismo, el sintetismo, el suprematismo y el surrealismo.


Y finalmente, ya agonizante, lo probó con el ultraísmo, el vibrismo y el vorticismo.


Descanse en paz.


Sigo aguardando noticias de mi amigo Humberto y de un malecón que cuando esta malherido mortifica a sus habitantes con una frase apocalíptica, robada a Jean Cocteau: "Yo soy una mentira que dice la verdad".

CÁNDIDO PORTINARI


Pocas referencias hay en España de Cándido Portinari, el gran artista brasileño del siglo XX, razón por la que ha pasado, y todavía continúa pasando, desapercibido.


Si a principios del siglo XX se decía que "las cosas pueden ser como son pero no lo sabemos, pues lo único que sabemos es que no son como las vemos", Portinari si las veía y las pintaba como lo que eran. Él participaba de la máxima de Munch: "el arte no tiene valor si no es sangre y vida".


Y a partir de esa convicción, se propuso ante todo recuperar la comunicabilidad en el arte, tal como que lo exterior no se difuminase en lo interior, que lo telúrico, desde esa realidad atroz de un continente, no se quedase en una mera sensación virtual, en un estéril juego cromático de búsqueda de cóncavos y convexos.


Y creo que su obra lo ha conseguido y por tanto ha rescatado desde una dimensión y contexto del subdesarrollo, de la fenomenología del hambre y la miseria, toda una visión plástica que se iniciaba siglos atrás en Grünewald.


Fuerza expresiva incontenible que no cabe en un grito de desolación, sólo en el alma de un mundo agónico.


Mi amigo Humberto sigue sin darme noticias desde su isla, lo que sólo me procura elucubraciones que no tienen un destino común, que carecen del aullido que atraviese un océano magro de incertidumbres y henchido de temores.


5 de octubre de 2008

ANTONIO ROJAS PEINADO / INCERTIDUMBRE


Antonio Rojas Peinado, artista gaditano, comienza, al iniciar su quehacer, por adoptar los axiomas de la geometría euclidiana referidos a las tres dimensiones en el espacio: longitud, anchura y profundidad. Y sobre ellas construye y traza líneas, superficies y figuras, siguiendo la deducción, que hace plásticamente suya, de que el universo es finito pero carece de límites.


Y conociendo o sin conocer a Heinserberg, aplica su principio de indeterminación o incertidumbre en su trabajo, o lo que es lo mismo, la imposibilidad de averiguar al mismo tiempo la posición y el desplazamiento, pues Rojas Peinado, en su obra, así nos lo propone, pero no como una degustación intelectiva sino como una singladura en cuya contemplación nuestra mirada simultáneamente se llena de un artificio que es misterio y luz, enigma y encuentro.


Hace tiempo que no sé de mi amigo Humberto, ignoro si estará atado a su esquina de la isla ya preparado para el siguiente ciclón, o pintando mulatas escuálidas en un malecón cargado de verdades sin decir. Cuando lo sepa, seguramente que será en una noche más negra que el día.

3 de octubre de 2008

MARLEEN / RESPUESTAS SOBRE LO HUMANO


Marleen es una pintora aún joven que define lo que tiene necesariamente que pintar dentro del meollo de un tiempo desnudo simbolizado en una humanidad que de tan escuálida -pura radiografía- ya no forma parte de la materia.


Para ello, ha construido un imaginario plástico de antropoides solitarios -esqueletos de aire contaminado- que se buscan en una inmensidad de escombros que son como restos de una eclosión desconocida pero no extraña.


Tenemos en nuestra mirada lo que podrían ser signos de nuestra violencia y errores, así como huellas calcinadas, atmósferas inhabitables, rastros que hemos dejado en una tierra que no parece ser ya la nuestra.


La superficie escenifica un escenario apocalíptico en que esa textura de palidez cromática nos lleva a contemplarnos desvalidos, impotentes ante tanta devastación.


Me intriga esta percepción en esta artista por la precisión y efectividad de una estética que lo condena todo menos a sí misma, como si fuese la única que pudiese salvarse de la hecatombe.


Mi amigo Humberto se ha perdido por los arrecifes del malecón, va en busca de un rescate no previsto, de un refugio imposible, de un amparo que ya es desamparo, de una libertad sin garantía. Lo avistaré cuando regrese y beberemos un ron sin vida.

2 de octubre de 2008

VIVIR


Mi amigo Humberto se está tomando un respiro y con él se ha permitido una licencia inesperada incluso para él mismo, seguir por medio de estas dos obras un ciclo que era ya repetición y dudas. Sin embargo, las mismas son la expresión más exacta de su necesidad de vivir, de su ansia por seguir siendo el que es, de no fenecer en una isla asediada por la desolación.



  • Él ha encontrado una vía para mantener un diálogo consigo mismo en una situación en que sólo hay apremio, escasez, urgencia, necesidad, desolación, tristeza. En unas circunstancias en que la visión de estos personajes femeninos no nos las dejan ver, pero quizás sí adivinar pues la melancolía de la luz no se aparta de ellos. Él los pintó para que no lo conjeturáramos, para que quedase camuflado, para que el sonido del color y el manierismo de la forma nos atrajese o repeliese dentro de ese marco decorativo.



  • No trata de invocar a Millet para el que lo vulgar debe expresar lo sublime, ni a Courbet, que prohibía representar lo bello, lo elegante, lo sotisficado, lo armonioso, aunque formasen parte del existir real.



  • Él se invoca a sí mismo y a su grito de vida en una ciudad agrietada, sumisa, resignada, a través de esas figuras creadas para que le hablen y le digan que el infierno está siempre presente en lo otro y en los otros, en nosotros y en la tierra baldía, destruida, en un mar ávido y voraz y en un tiempo que deja ausencias para comer.



  • Mi amigo Humberto no sabe que hacer y abatido pinta imágenes que no quiere ver.





1 de octubre de 2008

PACO DE LA TORRE / PAISAJES DE SAL


Desde el Romanticismo el paisaje ha luchado y conseguido ser sujeto y materia a partir de una óptica realista -era positivista de finales del XIX- o sobre la base de una concepción metafísica, sin olvidar otros estadios intermedios o simultáneos.


El artista almeriense Paco de la Torre, con un sosiego plástico a flor de piel, propone un paisaje el que la luz y la transparencia cromática desvela una ensoñación. Y ésta, bajo la geometría de la forma, descubre un paseo de la mirada y de la vida contenida en ella por unos espacios que iluminan la fibra de una soledad exterior.


Pero la puerta y las ventanas negras rompen esa sintonía, está ahí para advertirnos que en esa magia de luz se asoman demonios negros, oscuras remembranzas, silencios opacos. Mejor, nos dice en ese lenguaje de contornos diluidos, la claridad que el misterio sombrío, incierto, lóbrego e impenetrable.


Mi amigo Humberto y yo no dejamos de caminar por este malecón ruinoso y enfermo. La noche espanta los siseos y renueva oraciones, convida a los muertos con viandas extraídas a los vivos y celebra ceremonias en las que ya no hay confusión, sólo la sangre que va derramando el hambre.

UMBRALES INCIERTOS