MARCIN WERON (1972) / PARA QUEBRARLO NO BASTA EL CIELO

• Estas imágenes están muy lejos de acariciar la mirada, pero su sustancia es incorruptible y no está enmascarada. Su virtuosismo es inapelable aunque sus mandíbulas plásticas aprieten hasta apresar el latido de la memoria.   

• El polaco WERON utiliza su cámara como un abismo implacable, como un instrumento de tortura que al mismo tiempo no oculta su esplendor y nos impide dormir entre el enjambre de los muertos. 

• Cuerpos presos en su locura que simulan el sueño de la carne, encarnaciones de comarcas extintas, seres de tierras de polvo y nacidos en tinieblas.

• El combate toca entre dos pausas aladas
• y el sueño vuelve a retirar las alfombras donde parecía hilarse 
•    la muerte.
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• (José Lezama Lima)