- Nadie pudo detenerle a lo largo de un recorrido vital duro, callejero, feroz, rebelde y drogado hasta las cejas. Aprovechaba también tras las rejas para vomitar su rabia en unos soportes que a duras penas sostenían la violencia con que los acometía.
- Sus obras, entre gritos y trazos, se asemejaban a él mismo cuando en los momentos lúcidos intuía la dimensión de su condición traspasada por un dolor lacerante que únicamente en la pintura tenía su breviario.
- Demasiada intensidad en esa traslación de emociones y de imaginarios que le poblaban de fantasmas nacidos en sí mismo y en su pasión de ser solamente como ellos, pues nunca le abandonaban y le confortaban desviando hasta lo imposible el aliento mortal de su boca.
Una imagen es sólo el punto donde la mente, el ojo y la mano se detienen entre varias incertidumbres. En ese punto todas ellas confluyen, se niegan y se destruyen, metamorfoseadas en una realidad desconocida.
(Roa Bastos)
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