- Pero yo, pobre bestia como soy, sólo puedo vivir en los sueños (Max Beckman). Mi amigo, el segoviano Alberto, de nuevo y siempre en este blog, no sólo puede sino también quiere, porque ellos son la sensibilidad que requiere y necesita. Él, como Francis Bacon, no busca formas sino transformaciones, y lo hace con el denuedo de un narrador que de una tierra hostil consigue emerger un argumento para una ficción en la que un espejo es la mejor luz entre dos fuegos.
- En su nueva exposición a finales de este mes en la galería Sylvie Le Page de París, sus obras continuarán mostrando esa andadura de experimentación iniciada que formula el lenguaje pictórico desde otras singladuras. Tridimensionalidad, luminosidad, pigmentación densa y cuajada, expansión incontenible, ingredientes todos de un deslumbramiento que ya no tiene fin. El reconocimiento de las mismas pasa por verlas y desearlas, no por interrogarlas ni especular sobre su propósito. Pueden enfocarse desde distintos prismas, mas la conclusión es que, sea cual sea el significado de esas cimentaciones, la alianza de lo plástico consigo mismo nos impacta como un poema de amor eterno detenido en el tiempo.
- Si el punto de partida adolecía de una idea limitada, ahora, según se va desarrollando, se trata de ordenar un delirio ilimitado, que obliga al significante a crear su propia dramaturgia, en la que cada color, tonalidad, rasgo, trazo, adquieren esa tensión hasta alcanzar una geografía y topografía de espléndida visibilidad. En definitiva, un paso más y mejor de uno de nuestros mejores autores de nuestro arte.
avanzamos y somos nuestra estela
somos quien fuimos y seremos siempre
parpadea la luz al pronunciarnos
el día insiste en sus misterios verdes
y del libro del cielo caen palabras
ángeles hombres vendaval de nieve
(José Luis Rey)
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