- ¿Por qué rechazar a la monstruosidad si en algún momento determinado o casi siempre lo somos y seremos todos? Estamos en un contexto ideológico moderno, que recusa cualquier sustrato metafísico y doctrinal y hasta moral en el discurso histórico y, en este sentido, han dejado de ser creíbles los llamados grandes relatos (Francisco Calvo Serraller).
- Las obras del francés MERCIER no son relatos son antirrelatos; no son entes sino antientes; no son amistosas sino el enemigo número uno. Condensan el frío y pavoroso desahogo de una visión tan delirante como propia. No solamente es ingeniosa y ocurrente, va más allá, nos clava estacas en la emoción que suscita, en la reflexión inmisericorde que propone.
- Tampoco se atiene a esquemas preestablecidos por muy transgresores que hayan sido, se trata de que la violación y el quebrantamiento sean concebidos de nuevo, de no detenerse, pues de hacerlo, como diría Miró, te pisarían los talones enseguida.
- Lo que es indudable es que este autor no carece de personalidad, que es la cualidad principal para ser artista según algunos. Ni carece de inframundos, subterráneos, cloacas, abismos, cielos e infiernos. Lo mórbido, lo truculento no dejan de estar en nuestra piel y deleitarse con ella.
Así la vida de mi pueblo quiso
darle a su devoción un ritmo alterno.
Con lo que gana el que entra al Paraíso
y lo que pierde el que se va al Infierno.
(Horacio Rega Molina
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