8 de octubre de 2013

MARIANA CASTILLO DEBALL (1975) / TRATO DE SONSACAR


  •  A estas instalaciones y esculturas de la mexicana CASTILLO podemos aplicarle toda la retórica que queramos y aún más. Y nos quedaríamos cortos porque no considero que sea eso lo que requieren, sino una actitud más enfrascada en los efectos de su potencial visivo, multiplicador de formas y reminiscencias, de arquetipos y sensaciones, de tactos y asimilaciones.   


  •  No cabe duda que su concepción es brillante, que ellas mismas son espacio físico y mental, que se apropian de nuestras certezas, las hacen retroceder y avanzar, preguntar e insistir, reformular y no ceder.  Su plasticidad no está puesta a prueba, al contrario, es ella la que nos pone a prueba a nosotros que, como espectadores, nos quedamos sangrando ideas y hasta emociones.   


  •  Y también son fruto de una imaginación que sabe conjugar y ensamblar los elementos materiales con la significación que una vez formulada desprenden. Conocen muy bien los mecanismos del relato y del tiempo, del estar siendo sin perder un ápice de lo que en arte es un más allá del yacer sin objeto.    

Y vi como se asesinaba en el nombre de Dios,
vi cómo se exterminaba a pueblos, a razas enteras por no
     adorar la imagen de la Bestia,
que lleva el nombre de Dios.
(Leopoldo María Panero).   



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